Una de las características esenciales de las criptomonedas es el no tener límites geográficos, ya que se pueden gestionar y operar desde cualquier parte del mundo. Estas utilizan sistemas que las encriptan mediante claves de seguridad y las  convierten en un sistema seguro y anónimo para las personas que lo utilizan.

La blockchain o cadena de bloques es un libro digital compartido que registra todas las transacciones de una criptomoneda determinada entre dos partes. Estas transacciones forman agrupaciones conocidas como "bloques", los cuales a su vez se codifican y se vinculan unos a otros.

La información registrada en la cadena de bloques se almacena en millones de ordenadores y está abierta para todo el mundo,  lugar de almacenarse en un solo lugar. Esto hace que el proceso sea transparente e inmume a modificaciones, ya que practicamente se eliminan puntos vulnerables al error humano o informático. Una vez que los datos son verificados, ya no pueden ser editados sin el consenso de la mayoría de la comunidad.

Sin embargo, es importante señalar que el blockchain no solo se aplica en las criptomonedas, sino que esta es más bien toda una plataforma digital en la que es posible crear una serie de programas y aplicaciones para la gestión de la identidad, software de seguridad y procesamiento de transacciones, entre otras.

A pesar de las características innovadoras y ventajas anteriormente expuestas, es comúnmente debatido si el uso de la moneda electrónica se presta para el financiamiento de actividades ilícitas o al menos, discutibles desde la ética y moral.  

Si bien es cierto las posibilidades de un fraude o robo a una cuenta son bajísimas, la excesiva anonimidad que se presenta en el mercado de la criptomoneda, hace que el mismo sea sujeto de fuertes críticas e investigaciones.

Entre las más graves de las acusaciones y sospechas están las de qué sirve como medio para financiar el terrorismo, el lavado de dinero, mercado de drogas y armas y hasta el tráfico internacional de personas.

Según el máster Juan Andrés Segreda, docente del TEC de la carrera de Administración de Tecnología de Información (ATI), la no existencia de un ente regulador oficial hace que se promueva un mercado negro dentro de la estructura. “Al no haber un banco o alguna instancia que regule los movimientos, no se puede comprobar el origen del dinero que se mueve virtualmente.

Este especialista en arquitectura de datos agrega que esta misma situación provoca que no se pueda estandarizar ni definir cuál es verdadero valor de la divisa electrónica en relación con algún tipo cambiario.

Además, no es posible prevenir las fluctuaciones que se presenten en la moneda. “Podría haber un tremendo desplome en el valor de un momento a otro y sin previo aviso. Invertir en criptomonedas es una apuesta riesgosa”, comentó.

Aunque no considera que es un método de tránsito de dinero que esté propiamente en riesgo de desaparecer, el experto lo clasifica como algo que resulta nocivo para la economía. Esto porque expone a las personas a perder su dinero súbitamente y financia actividades que perjudican a la sociedad.

Otra de las debilidades del sistema que Segreda explica, es que actualmente existen muchísimos usuarios solamente porque es una moda, pero no cree que el uso de la criptomoneda logre generar una confianza tan grande en el público como sí la tiene el dinero tradicional.

“En el mundo de la economía, el nivel de confiabilidad es lo que le da el valor al dinero. La falta de respaldo legal hará que algún gran generador de dinero virtual sufra una caída y no existirá nadie que lo pueda respaldar. Estos son riesgos que ningún gran inversor asumiría”, finalizó.