El compromiso adquirido años atrás para llegar a ser un país carbono neutral, hoy tiene un difícil pronóstico. Algunos especialistas concuerdan en que la forma en que se hizo fue precipitada y carente de estudios técnicos.
En esa ruta que el país se trazó debemos compensar las emisiones de carbono que liberamos, con dosis equivalentes de oxígeno para que, llegado ese año (2021), no contribuyamos en nada con el calentamiento global.
“Un compromiso así tiene que estar fundamentado en la ciencia, con acciones y sobre todo con plazos reales”, piensa Gino Biamonte, presidente de la Asociación Preservacionista de Flora y Fauna Silvestre (Apreflofas).
En criterio de los industriales, en la voz de Mauricio Blandino, asesor en ambiente y responsabilidad social de la Cámara de Industrias de Costa Rica (CICR), inicialmente fue un mandato político sin un sustento técnico.
Para el biólogo Gino Biamonte, presidente de la Asociación Preservacionista de Flora y Fauna Silvestre (Apreflofas), “ha sido una falta de seriedad ante la comunidad científica internacional y una falta de respeto a nuestro pueblo al tomar el rumbo contrario a la carbono neutralidad, en el caso de que se hiciera (el compromiso) por ignorancia”, señala.
“Ha ayudado a que todos los sectores se involucren en temas de cambio climático, reducción de huella de carbono y carbono neutralidad, y se vean como ejes transversales en la planificación y el desarrollo del país”, agrega Mauricio Blandino, asesor en ambiente y responsabilidad social de la Cámara de Industrias de Costa Rica (CICR).
Ambas partes concuerdan en poco, pero la similitud más preocupante está relacionada con que el compromiso adquirido años atrás para convertirnos en el primer país carbono neutral en el 2021, fue precipitado y falto de estudios.
Eso sí, ambos están de acuerdo en que dicho compromiso ha marcado un importante y enorme lineamiento para el país. “Cualquier compromiso en la búsqueda de un mejor modelo para vivir en este planeta es bien recibido”, dice Gino Biamonte.
“Creemos que el país ha realizado avances y acciones tempranas muy importantes, con una visión de largo plazo, como por ejemplo las áreas protegidas del país y la matriz energética, que es alrededor de un noventa por ciento renovable”, dice Mauricio Blandino, de la Cámara de Industrias.
Cuestión de forma
El problema no es el compromiso adquirido por el país, sino la forma en que se hizo.
“Las acciones requeridas, para tener realmente un impacto significativo en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), han sido muy lentas”, dice Blandino.
A la hora de comprometernos como país a la carbono neutralidad, se pensó en la necesidad de tomar medidas innovadoras y una visión a largo plazo. Sin embargo, algunos ven de diferente forma el abordaje del tema hecho por el país: “No hay manera posible de conseguir la carbono neutralidad mientras se siga el modelo neoliberal; son caminos diferentes de la gestión del patrimonio”, piensa Gino Biamonte de Apreflofas.
Ambos especialistas consultados, coinciden en que la forma correcta de trabajar como país debería ser de manera conjunta, articulada y cambiando los hábitos de las personas, las empresas y las organizaciones, pero los ambientalistas creen que no se hace mucho.
Los industriales reconocen el esfuerzo hecho: “Actualmente se está haciendo un esfuerzo para actuar articuladamente con la conformación del Consejo Nacional Ambiental por parte del Gobierno. Este consejo se reactivó y está abordando el tema ambiental transversalmente”, opina el asesor de la CICR.
Articular esfuerzos
El compromiso de Costa Rica se hizo en el 2007 y varias administraciones han pasado desde entonces; sin embargo, por lo realizado en el tema de la carbono neutralidad, son calificadas con dureza por los ambientalistas.
“No estamos trabajando articuladamente ni por separado; simplemente no estamos trabajando en nada serio. Algunas acciones que tienden al ahorro energético y al reemplazo de sistemas productivos contaminantes son como una gota de agua limpia en el río Tárcoles”, ejemplifica Gino Biamonte, presidente de la Asociación Preservacionista de Flora y Fauna Silvestre (Apreflofas).
El presidente de Apreflofas, Gino Biamonte, asegura que las últimas administraciones no solo descuidaron los logros conseguidos anteriormente, sino que además acentuaron un modelo totalmente contrario al camino deseado.
“Comprometieron a nuestro país con las empresas mineras, estimularon la importación de ‘basura’ automotriz y desmantelaron los ferrocarriles para darle paso a sus propios negocios de transporte”.
Biamonte le concede el beneficio de la duda a la administración actual: “tiene intenciones de mejorar esta precaria situación, pero se nota un trabajo arduo de la oposición para que esto no suceda” concluye.
No obstante, para el industrial Mauricio Blandino, “debemos abordar el tema desde una ‘estrategia sombrilla’ enfocada en el desarrollo del país, procurando cumplir con la meta. Creemos que hemos ido avanzando poco a poco y el hecho de habernos colocado una meta país para el 2021 ha contribuido para que el tema se convierta en una estrategia transversal de los planes de desarrollo públicos y privados”.
“Tomando en cuenta lo hecho hasta hoy, no lo vamos a lograr, no es viable”, afirma Gino Biamonte.
“En este momento no es viable. Aún no hemos hecho lo suficiente. Hay acciones fundamentales que no hemos logrado concretar: el cambio en el sector transporte con sistemas de transporte público eficientes y acciones en la agricultura y la industria en general serían de mucha ayuda”, concluye Mauricio Blandino, de la CICR.
¿Buen negocio?
Obtener una certificación de carbono neutralidad trae beneficios a una empresa y la hace ser más competitiva, tanto desde el punto de vista de su imagen como en la reducción de costos de producción.
“Es un buen negocio, pero más que un buen negocio es adelantarse a las exigencias de mercados en el futuro cercano. Por otro lado, la gestión de la huella de carbono en una organización tiene como resultado ahorros en recursos y costos operativos; es decir, se refleja en la competitividad”, sostiene Mauricio Blandino, de la Cámara de Industrias.
En Apreflofas lo ven diferente: “Si fuera un buen negocio para quienes lo prometieron, lo lograríamos para el 2020. Lo que es un buen negocio es vender la conciencia ambientalista de un pueblo y empeñarla al mejor postor y dejarse el dinero del empeño”, concluye su presidente, Gino Biamonte.
Importante y necesario es “ver para adentro”, y saber qué está haciendo cada uno desde cada sector para apoyar la iniciativa de carbono neutralidad.
“En Apreflofas hacemos lo que se pueda hacer sin dinero contra un modelo de desarrollo basado en el consumismo que tiene el poder económico y político; el cual, además, sabe y puede manejar la opinión pública desde sus medios sociales”, reconoce Biamonte.
“La Cámara de Industrias de Costa Rica tiene un alto grado de compromiso con el tema ambiental”, afirma su asesor, Mauricio Blandino. En el 2009 elaboraron la estrategia industrial de cambio climático, mientras que en 2014 desarrollaron una propuesta de política industrial para el 2030, donde la eco-eficiencia es un factor clave para la competitividad del sector industrial. Además, la CICR es parte del desarrollo del Mercado Doméstico de Carbono liderado por la Dirección de Cambio Climático del Minae.