A fines del año pasado, en Lima, se llevó a cabo la Vigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Más de doce mil representantes de 195 países se dieron cita para abordar una problemática que en los últimos tiempos ha generado enormes impactos a nivel global.
La cita culminó con la elaboración de un informe final no vinculante. Por otro lado, en febrero del presente año se reunieron en Ginebra varias delegaciones para definir el acuerdo que se firmará en París a fines de este año. ¿Aún estaremos a tiempo de hacer algo? ¿Cuál es el papel crucial que juega la región en esta cruzada verde?
Según Juan Carlos Riveros, director de conservación del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Perú, y quien participó activamente del encuentro realizado en ese país el año pasado, se cuestionó las políticas de mitigación existentes.
Si bien es factible reducir las emisiones, llega un momento en que se pueden hacer inversiones y transferencia de recursos para lograr que otros países también alcancen sus metas. De este modo, Riveros lanza una propuesta: “Se puede invertir para que los sistemas de energía de América Latina sean inteligentes”.
La situación del planeta merece una evaluación objetiva. Poner en la balanza lo bueno y lo malo. Riveros puso las cosas en su lugar y se atrevió a dar un diagnóstico duro, pero real: “Hay cosas que suman, pero cuando uno las mira con perspectiva, realmente no arman una película promisoria. China, Estados Unidos y Europa hablan de reducciones; sin embargo, es insuficiente. Estamos suministrando pequeñas medicinas a un tema que es mucho más grave”.
No obstante, no todo es motivo de preocupación. También hay razones de esperanza. En ese sentido, Riveros afirma que sí se lograron acuerdos importantes. Entre ellos, las responsabilidades diferenciadas de los estados respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Mediciones pendientes
Varios aspectos importantes quedaron sobre la mesa, uno de ellos se refiere a las contribuciones nacionales determinadas (INDC, por sus siglas en inglés). Para Riveros, este detalle es clave porque los países deben tener un protocolo mínimo de cumplimiento.
En criterio del especialista, con respecto a las políticas de adaptación, existe una realidad contundente: “El problema es la métrica, no sabemos cómo medirla. Es decir, estamos atrapados en un círculo vicioso de diagnósticos permanentes, pero aún no nos hemos puesto de acuerdo sobre cómo cuantificar.”
Asimismo, antes de llegar a un acuerdo en la capital francesa, este año se debe definir quién controla y cómo se verificará el cumplimiento de los INDC, lo cual será discutido en Ginebra y en Bonn.
Para Lenin Valencia, investigador del Programa de Ciudadanía y Asuntos Socioambientales de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), un tema débil es el financiamiento y los recursos que requieren las sociedades para implementar sus procesos de adaptación. Además, considera que la participación de los pueblos indígenas es un tema que debe ser incorporado.
“Tenemos para enseñarle al mundo cómo alcanzar un manejo sostenible de recursos. Hay una propuesta civilizatoria para relacionarnos con nuestro entorno y que puede servir de inspiración para transitar hacia modelos no solo tecnológicos, sino civilizatorios”, argumenta Lenin Valencia.
América Latina en la mira
Nuestra región juega un papel crucial para salvar al planeta. Así lo afirma Juan Carlos Riveros: “Nuestra región ha logrado controlar su deforestación enormemente. Además, nuestros países tienen una articulación política interesante”.
Si asumimos nuestro rol, podemos cambiar el mundo que nos rodea. Sobre este tema, Lenin Valencia opina que la buena posición de América Latina se debe a su política de largo plazo en la preservación de bosques.
Juan Carlos Riveros resalta el ejemplo de Chile, que se aventuró a hacer precisiones de metas altas en energías renovables no convencionales: alrededor de un 30% para 2020. Es el primer país que ha puesto sobre la mesa un impuesto al carbono.
Riveros destaca el trabajo de Articulación Regional Amazónica (ARA), un grupo multinacional con enorme capacidad de convocatoria que articula esfuerzos con la sociedad civil, la academia y los estados.
Cambios estructurales
Para poder avanzar, necesitamos una hoja de ruta clara y precisa. “El gran problema de América Latina no es lo que ha hecho sino lo que puede hacer”, menciona Juan Carlos Riveros.
Tenemos muchos retos por delante. En ese sentido, los cambios estructurales que debe dar América Latina para no quedarse estancada son dos: mirar sus mercados internos para mejorar la calidad de vida y efectuar la transición de una matriz de productores a otra de constructores intelectuales.
El especialista en temas ambientales, Lenin Valencia, ofrece una valiosa solución para el tema: cambiar la concepción misma de nuestro crecimiento. Para él, América Latina debe trascender esa visión extractiva que aún predomina. “Salvo contadas excepciones, la mayoría de nuestros países aún dependen de la extracción intensiva de recursos naturales. Debemos pensar en un modelo de bienestar para aprovechar mejor los recursos”, sostuvo.
Finalmente, Valencia habla sobre un elemento que puede darle valor agregado a nuestras relaciones como región. Advierte que debemos fortalecer nuestra capacidad regional para negociar en bloque y no como países separados. “Esto es importante para poder trabajar modelos de transición post extractivos”, concluyó.