Los cambios en el entorno mundial han hecho que el país redoble esfuerzos y establezca nuevos horizontes hacia una mayor competitividad.
Con la llegada de Donald Trump al poder, las alertas y la incertidumbre se apoderaron de diversos sectores. Hay que recordar que el presidente norteamericano no aplaude los acuerdos de libre comercio y que intentaría regresar a esa nación a las empresas de capital estadounidense que operan en otros países.
Cómo no preocuparse si Estados Unidos es el principal socio comercial de Costa Rica al adquirir el 40% de los bienes exportados, lo que equivale a $3 887 millones, además de que esa nación aporta una cuota importante de inversión extranjera directa hacia nuestro país. De ahí que las autoridades costarricenses empezaron procesos de diálogo con esta nación norteamericana que permitan mantener sus buenas relaciones, así como también dio inicio la búsqueda agresiva de nuevos nichos de mercados internacionales.
Karina López, Coordinadora de Investigación de Mercados de la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (PROCOMER), asegura que el sector exportador costarricense ya toma medidas en su estrategia comercial con EE.UU.
Este sector continúa trabajando en promocionar la oferta costarricense en función de sus atributos diferenciadores. Además, considera que debe seguir aprovechando la buena imagen con la que cuentan los productos nacionales en Estados Unidos y el buen posicionamiento que tienen los exportadores costarricenses como proveedores en ese mercado.
“Trabajamos en la creación de capacidades en los exportadores nacionales para que superen los retos que implica este mercado, a través de información estratégica para la toma de decisiones, por ejemplo en lo relacionado a regulaciones para acceder al mercado, de forma que se cumpla de la mejor manera con todos los requisitos solicitados por las autoridades estadounidenses”, explica López.
Avances y medidas
Los acercamientos parecen ser esenciales en el reto de evitar deterioro en la relación con Estados Unidos; por eso, en marzo anterior, el Presidente de la República, Luis Guillermo Solís, y una comitiva de empresas norteamericanas radicadas en Costa Rica, visitaron esa nación para establecer un diálogo directo con el nuevo gobierno de EE. UU. y continuar con las relaciones comerciales.
Según la Cámara Costarricense – Norteamericana de Comercio (AmCham), luego de encuentros con autoridades de la Administración Trump, se logró confirmar que ese gobierno tiene en agenda el análisis de todos los acuerdos comerciales; sin embargo, el DR-CAFTA se encuentra entre los que menos opciones de renegociación tienen, mientras que el NAFTA (Tratado entre EE. UU., México y Canadá) y el Tratado con China, serán los que se revisen con mayor minuciosidad.
A pesar de esa luz de esperanza, el país sabe que no cuenta con socios comerciales tan grandes como EE. UU., por lo que continuará en la búsqueda de nuevos mercados internacionales.
“Es importante ir desarrollando estrategias de consolidación en mercados donde las relaciones comerciales no son tan desarrolladas, entre ellos América del Sur y Europa del Este, así como abrir nuevos mercados en los que aún no se participa regularmente, por ejemplo los mercados de Medio Oriente. La diversificación de mercados disminuye el riesgo de depender de uno solo o unos pocos socios comerciales y, para favorecer este proceso de diversificación, PROCOMER ha ampliado la red de oficinas en mercados no tradicionales para los exportadores nacionales, y así favorecer el desarrollo de negocios”, comenta Karina López.
En esta organización acotan que el tema prioritario para Costa Rica actualmente debería ser la competitividad interna y, aunque se trabaja más el fortalecimiento del capital humano, existen temas que hay que replantear referentes a costos de la electricidad, la estabilidad jurídica del Régimen de Zona Franca e infraestructura, ya que estos factores son vitales para la atracción de inversiones en zonas fuera de la Gran Área Metropolitana Ampliada.
Vanessa Gibson, Directora de Desarrollo Corporativo y Clima de Inversión de CINDE, es cautelosa con el posible impacto en la inversión extranjera directa proveniente de EE. UU.
“Durante la campaña política estadounidense, se mencionó como una de las propuestas el reducir el porcentaje de impuestos corporativos como una medida de repatriación de empresas estadounidenses. Es necesario esperar a tener certeza que estas serían una política prioritaria del nuevo gobierno de EE. UU. y en ese momento evaluar el caso costarricense”, menciona la representante de CINDE.
Vanessa Gibson resalta que CINDE continuará desarrollando su labor de promoción y atracción de inversiones de acuerdo a la visión estratégica, planificando proactivamente una serie de tácticas dirigidas a la diversificación de origen de inversión, así como a la identificación de nuevos sectores y subsectores.
Las posibles políticas proteccionistas de Donald Trump fueron unas de las principales alarmas que hicieron a Costa Rica buscar escudos de protección ante la ausencia de nichos de mercados poderosos y de otras fuentes importantes de inversión extranjera, demostrando que aunque nuestro país ha dado pasos competitivos importantes en los últimos años aún tiene tareas vitales por cumplir. El rezago competitivo no solo preocupa por la atracción de inversión extranjera, también concierne a los sectores productivos quienes intentan aplicar recursos y estrategias que eleven el nivel competitivo nacional.
¿Qué estamos haciendo?
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el año 2014, Costa Rica diseñó una estrategia para promover altas destrezas, convirtiéndose en uno de los primeros países de la región que elaboró un plan estratégico para identificar y promover las competencias profesionales necesarias para su propio modelo de crecimiento.
Para el BID, Costa Rica es uno de los países líderes en América Latina en el desarrollo de tecnología. Actualmente existen más empresas tecnológicas; sin embargo, este tipo de empresas tiene dificultades para encontrar trabajadores cualificados en el campo de la ingeniería y biotecnología. Además, el precio de retener a las personas contratadas se está incrementando.
Para trazar esta estrategia, el BID aprobó el préstamo Innovación y Programa de Capital Humano para la competitividad de Costa Rica, con el que proporcionó $35 millones para becas de estudios universitarios en áreas claves para potenciar las destrezas más necesarias en el mercado, y tratar de atraer de nuevo a los costarricenses hacia al trabajo y la enseñanza.
Estos fondos aún están disponibles y son canalizados por medio del MICIT a estudiantes que busquen optar por maestrías y doctorados en áreas de ciencia y tecnología para contribuir con el desarrollo y la competitividad del país. El Informe Global de Competitividad 2016–2017, del Foro Económico Mundial, un índice que evalúa el desempeño de 138 países, ubicó a Costa Rica en el puesto 54. De los 12 pilares evaluados como elementos claves de la competitividad, Costa Rica mejoró su nota con respecto a la medición del año 2015, en infraestructura, salud y educación primaria, educación superior y capacitación, mercado laboral, mercado financiero y preparación tecnológica.
Se mantuvo la misma calificación en dos pilares: estabilidad macroeconómica y sofisticación de los negocios. Hubo una baja en la posición del último año en cuatro de los 12 pilares con respecto al año pasado en lo que respecta a instituciones, eficiencia del mercado de bienes, estabilidad macroeconómica e innovación.
Con respecto a las tendencias, Costa Rica se presenta con niveles de competitividad más vigorosos en los campos de salud y educación primaria, educación superior y capacitación, la preparación tecnológica y el mercado financiero.
Sin embargo, el Foro Económico Mundial advierte que si Costa Rica desea optimizar su competitividad debe mejorar en infraestructura, instituciones, innovación y estabilidad macroeconómica.
Estos factores por mejorar son considerados por Bernal Martínez, de la Escuela de Administración de Empresas del Tecnológico de Costa Rica (TEC), como uno de los aspectos que más están afectando la competitividad internacional de Costa Rica.
“Debemos aceptar que tenemos un rezago evidente en temas de competitividad internacional. Hay ineficiencia en puertos, aeropuertos, carreteras, servicios públicos, acceso universal a Internet de calidad; además, hay carencia de estrategias agresivas que mejoren la calidad de la educación a nivel nacional. Si no tenemos avances radicales en esos temas, es muy difícil que se avance de manera cualitativa para competir a nivel internacional”, explica el experto.
Para minimizar estos impactos competitivos, el sector exportador está aplicando estrategias que den valor agregado a los productos nacionales en el mundo.
La especialista de PROCOMER menciona que la competitividad del sector exportador nacional se basa en la generación de valor agregado en los productos. Esto lo han logrado por medio de estrategias de diferenciación del producto, aumento de la calidad, innovaciones y desarrollo de productos enfocados en nichos de mercado, cuyas decisiones de compra no dependen tanto del precio sino de la calidad.
Mirar hacia el mundo
El experto del TEC considera que un buen escudo para superar las batallas actuales que enfrenta el país es mirar hacia los mercados internacionales por medio de los tratados comerciales pactados.
“La apertura comercial es la única opción que tenemos para poder contrarrestar cualquier amenaza externa, como la que ahora se presenta con el actual presidente de Estados Unidos. Asia, América Latina y Europa son mercados que aún no hemos logrado potenciar lo suficiente, pero que son una alternativa valiosa para mitigar la amenaza actual”, acota Bernal Martínez.
Agrega que el mejor antídoto para enfrentar las inestabilidades políticas, sociales, ambientales y económicas a nivel mundial es una Costa Rica con gobiernos que promuevan el desarrollo sostenible, basado en política pública y con decisiones estratégicas de largo plazo que tengan como base nuestras ventajas competitivas, como el talento humano, y que promuevan la apertura comercial y la diversificación de los mercados, sin olvidar nuestra idiosincrasia y el apoyo interno a sectores socio-productivos que no logran beneficiarse directamente de esta dinámica.