Desde 1800, el país comenzó a bocetar las primeras pinceladas del camino que quería trazar para cuidar todo su territorio.

 

Como un sueño, se fueron gestando diversas iniciativas, así en 1853 se prohíbe la caza de animales en los lugares inmediatos a las poblaciones. Posteriormente, en el año 1913 se declara inalienable, el cráter, la laguna y 2 mil metros alrededor de la cumbre del Volcán Poás.

 

Años después, en 1945 un decreto nombra por primera vez “Parque Nacional” y se crean las primeras plazas de “Guarda de Bosque” (lo que denominamos actualmente guardaparques).

 

Y así sucesivamente se fueron dando cambios, ajustes y mejoras de lo que visualizaron nuestros antecesores  para proteger nuestras riquezas naturales hasta llegar a nuestros días.

El país se vende al mundo como un país verde, un sitio que es reconocido a nivel mundial por sus esfuerzos de conservación y las áreas protegidas constituyen su principal gancho, aunque el Instituto Costarricense de Turismo no quiera reconocerlo o no quiera aceptarlo, mencionan algunas fuentes consultadas.

Hoy, lo que en el pasado daba cuenta de la necesidad de conservación ha crecido enormemente, al punto que el país se ha puesto una flor en el ojal por sus políticas ambientales, para proteger y conservar la biodiversidad.

 

No obstante, pese a los innumerables esfuerzos, en la actualidad, el Sistema Nacional de Conservación (Sinac) se enfrenta a retos innumerables para seguir adelante.

 

El primero de ellos, la jubilación próxima de más del 50 por ciento de su personal.  La segunda, un presupuesto cada vez más limitado, que asfixia los planes futuros, con condiciones adversas, que presenta una sociedad en vías de desarrollo y con necesidades cada vez más demandantes y crecientes. De ahí que la gestión efectiva de las áreas protegidas se vea seriamente limitada.

 

No es para menos, según fuentes consultadas del Sinac al analizar los costos económicos (únicamente) de la conservación y considerando que muchos de sus beneficios, aunque imprescindibles, no son tan palpables socialmente, existe una seria deficiencia a la hora de generar una justicia retributiva para el Estado, las comunidades de las zonas de influencia y aquellos grupos que apoyan activamente a la conservación de las Áreas Silvestres Protegidas, añaden.

 

En criterio de Henry Picado, presidente de la Federación Ecologista, es cierto que el país tiene una larga historia en términos de conservación de grandes áreas.  De hecho, ha llegado a proteger el 24% de su territorio y actualmente está aumentando el número de estas zonas.  Pero, en términos de calidad de la conservación, la vida misma que está habitando los bosques que se conservan en nuestro territorio, ya no es la misma que hace 10 o 20 años.

 

“Existe una erosión biológica importante, en donde la desaparición de las especies, tanto vegetales como animales, es lo que se está viendo.  El síndrome del bosque vacío, es algo muy lamentable, pero a la par de esto, hay cosas nuevas que están sucediendo, como la presencia de actividades económicas dentro de las Áreas Silvestres Protegidas que no están permitidas por nuestra legislación, pero a pesar de eso crecen.  Plantaciones como la piña, el arroz, la caña de azúcar, aparecen dentro de estas áreas, inclusive en los Refugios de Vida Silvestre, lo cual es muy lamentable, porque no son actividades agrícolas de bajo impacto, sino todo lo contrario, son actividades agroindustriales, que está demostrado en el caso de la expansión piñera, tiene muchísimas consecuencias”, menciona la fuente.

Resguardo

En el caso de los parques nacionales, que constituyen una de las categorías de manejo dentro de las Áreas Silvestres Protegidas, es una de las más restrictivas en cuanto a las actividades que se pueden desarrollar y la que también implica que el Estado debe ser el dueño de todas esas tierras.  Por lo que no se pueden dejar a la libre.

 

Uno de los mayores atributos que tiene nuestro país, justamente son las Áreas Silvestres Protegidas, unas con más visitación que otras por sus facilidades de acceso, encantos, etc., lo que se convierte en un rubro fundamental para atraer millones de turistas cada año.

 

Un caso concreto, es Ostional, un refugio donde se acercan millones de extranjeros y locales para observar la arribada de las tortugas marinas.

 

“Existen muchos amarres en la institucionalidad pública que hacen que esa gestión realmente sea compleja y a veces no necesariamente es ineficiencia”, mencionan los funcionarios consultados. (*).   De hecho, la situación presupuestaria de los parques nacionales es un problema de vieja data.

 

En criterio de Henry Picado, de la Federación Ecologista, es irreal decir que el dinero que entra producto de la visitación a los parques nacionales, es la que los financia.  “Esa hipótesis de que si los ingresos por visitación entran directo al Sinac podría solventar las carencias que tiene, no está del todo clara”, aduce.

Si bien algunos parques o reservas generan mayores ingresos que otros, estos se distribuyen entre todo el sistema, debido a que es un sistema solidario.

 

En palabras de varios funcionarios consultados, todo lo recaudado va al Fondo de Parques, un fondo solidario que lo que busca es mantener a todas las áreas protegidas del país.  Porque existen áreas protegidas que por diversas circunstancias no tienen visitación y por ende no tienen un cobro, entonces ese fondo se maneja para todo el país.

 

También, se recibe dinero por el cobro de filmaciones o cosas específicas que son de la Ley de Vida Silvestre, que van específicamente al fondo de vida silvestre o del canon del agua también por ahí se recaudan fondos específicos.

 

Un avance ha sido que en ese Fondo de Parques había una cantidad de plazas que estaban siendo pagadas de ese rubro, lo que le quitaba recursos operativos a la institución.  Eso, se logró trasladar,  no sabemos si todas, pero por lo menos una parte va al presupuesto ordinario.  De modo que el fondo de parques queda exclusivamente para la gestión, que es parte de lo urgente, añadieron los funcionarios consultados. (*)

 

Otra piedra en el zapato es la subejecución, debido a que en el pasado, por ejemplo si se

subejecutaba al año siguiente se podía proyectar o al final de año se podía invertir en otras cosas. Sin embargo, ahora con la reforma fiscal todos esos fondos deben de devolverse a Hacienda y obviamente es ridículo solicitar más presupuesto cuando el que tiene no lo puede ejecutar, mencionan.

¿Por qué no está del todo clara la situación presupuestaria?

Porque el nuevo Sistema Nacional de Áreas de Conservación tiene un rubro muy alto en gastos administrativos, que es su gasto principal, y la porción de la planilla que está destinada al campo, los guardaparques, es lo mínimo.

 

“Esta subejecución que tiene el Sinac del presupuesto establecido, provocó que el año anterior fuera recortado en dos mil millones, a pesar del señalamiento y la promesa del señor presidente de aumentar el apoyo a los parques nacionales.  El presupuesto nacional 2019, tuvo dicho recorte, que fue recetado por los diputados de la República, a finales del año pasado y, lo hicieron alegando un asunto de austeridad, en el marco de la discusión de la reforma fiscal.  Pero sí creo que si el Sinac recibiera todo el dinero de la visitación, indudablemente se autofinanciaría”, menciona Henry Picado, presidente de la Federación Ecologista.

 

De acuerdo con sus palabras sería interesante mencionar que el gran beneficiario del auge turístico del país, el Instituto Costarricense de Turismo, (ICT), que es el que se lleva la gran cantidad de plata por el ingreso de turistas, no aporta en ninguna medida a las labores de conservación, enfatiza Picado.

 

“Es importante señalar que el dinero, producto de la visitación y el pago por entradas a los parques nacionales, va directamente a la Caja Única del Estado, no llega al Sinac ni tampoco al Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) y mucho menos a los parques nacionales, sino que entra a Hacienda y ese ministerio lo distribuye, según el presupuesto nacional”, indica Henry Picado, presidente de la Federación Ecologista.

 

Yo no diría que nosotros debemos revertir procesos en nuestros parques nacionales por pérdida o deterioro de la biodiversidad, o sea hay muchísimos elementos, hay muchísimos procesos que sabemos que son necesarios de desarrollar, digamos en cuanto a gestión y protección, pero no necesariamente es porque hemos hecho mal las cosas, sino porque de repente si hay recursos limitados no podemos desarrollar nosotros mismos como funcionarios procesos de investigación o de monitoreo o de seguimiento que son súper importantes o no lo hemos hecho de manera sistemática, mencionan los funcionarios del Minae consultados.

 

Para muchos de los funcionarios consultados, que están en el campo, la realidad de nuestros parques nacionales es la del sistema en todas sus competencias.  Uno de las mayores piedras en el zapato es la carencia de personal que es sumamente alta.

 

Eso hace que se tenga la responsabilidad de resguardar el 25 por ciento del territorio en áreas protegidas, pero la gestión de todo el tema ambiental fuera de áreas protegidas, al final es una gestión de conservación en todo el país con un personal escaso.

Cuando uno trabaja para una institución pública se da cuenta de todo un universo de cosas, de limitaciones, de que casi todo es prohibido, casi todo es ilegal, de que hay que tener procedimientos y protocolos y manuales para todo, entonces realmente a la hora de “querer hacer” a veces es un poco complicado.

 

 

Pero la situación en general del sistema es bastante preocupante,  al tener poco personal, poco presupuesto o insuficiente para las necesidades o lo que deberían atender.

 

Si se compara el país con otras partes del mundo como Brasil, que tienen de 100  a 200 guardaparques, para cuidar áreas gigantes, siempre esa es la realidad en todo el mundo,  nunca se tendrá el personal necesario o suficiente para responder a lo que uno debería de proteger, cuidar, abordar o investigar dentro de áreas naturales tan grandes y con procesos tan complejos.

 

“Obviamente hay una necesidad y un vacío, pero no es porque hemos hecho las cosas mal y debemos cambiarlo o que nos hemos dado cuenta que por esas acciones no hechas hemos perdido biodiversidad.  Yo creo que más bien hemos hecho un esfuerzo en los últimos años para retomar los procesos de monitoreo ecológico, establecer indicadores para realmente medir cómo están esos objetos de conservación que son la esencia de cada una de estas áreas silvestres protegidas, cómo son sus amenazas, poder darle seguimiento y poder ir al fondo de lo que estamos haciendo”, menciona uno de los funcionarios consultados. (*)

 

A la deriva

Según datos suministrados por Henry Picado, presidente de la Federación Ecologista, el Refugio Mixto Maquenque tiene alrededor de 400 hectáreas de piña sembradas dentro de su territorio.  Lo mismo ocurre con el Refugio de Vida Silvestre Barra del Colorado, que tiene unas 500 hectáreas cultivadas  al igual que el Refugio de Vida Silvestre Zona Fronteriza Norte, con unas 600 hectáreas de piña sembradas dentro del refugio.  En total suman 1500 hectáreas de piña sembradas en estos refugios de vida silvestre, que es ilegal, pero a pesar de eso, el Estado las sigue permitiendo, señala.

 

Si bien existen organizaciones comunitarias agrupadas en el Frente Nacional de Sectores Afectados por la expansión piñera, su organización lleva más de 10 años de denunciar, tanto en medios como a nivel legal, a todas estas piñeras que operan dentro de las áreas protegidas.

 

“No es un caso antojadizo, pues los números que manejamos provienen justamente del Sistema de Información Territorial, del Instituto Geográfico Nacional, que tiene un convenio con la Agencia Espacial Estadounidense, la NASA, para monitorear los bosques del país y es ahí donde nos hemos dado cuenta de esta invasión de plantaciones piñeras dentro de las áreas silvestres protegidas.  Hemos puesto diversos recursos de amparo con el fin de denunciar la situación, pero la institucionalidad nacional carece de herramientas para entrarle a este tema, no hay condiciones, ni la claridad política para accionar sobre este asunto y más bien la política de Estado es la expansión piñera, en términos de incentivar su crecimiento y exportaciones. Pero por otro lado deja en impunidad los delitos ambientales cometidos por esta industria”, indica.

 

El ecologista señala su preocupación en torno al tema, pues no han podido frenar esa invasión y más bien ha crecido.  “Ese dato que le estoy compartiendo es del 2017, que se publicó el año pasado y este año publicarán los del 2018. Estamos a la espera de ese reporte, pero tenemos evidencia de que en lugar de disminuir, la invasión ha aumentado”.

Estrategia Nacional de Biodiversidad

  • Es un instrumento nuevo.
  • Con enfoque país (donde todas las instituciones se interrelacionan)
  • Constituye una base muy importante de planificación, de lo que se viene.
  • Se le da un seguimiento a la estrategia pero también a todos esos indicadores, bajo los cuales se debe desarrollar el trabajo.

 

¿Qué se está haciendo?

Uno de los elementos fundamentales es contar con información más sistemática de que realmente la gestión que se hace influye directamente en el estado de conservación de la biodiversidad que se protege. Si bien, han avanzado con el monitoreo de elementos focales de manejo, con el fin de los objetos de conservación de cada una de las áreas protegidas, se trabaja en diversas instancias.

Para trabajar con Áreas Silvestres Protegidas se va más allá de solo parques. Todas las áreas protegidas tienen que tener un plan de manejo.

 

En ese plan de manejo se identifican los elementos que son esenciales para la gestión. Todo lo que se planifica es para desarrollar estrategias y acciones que reduzcan las amenazas sobre esos elementos  para que con eso se logre asegurar el estado de conservación de la biodiversidad.

 

Ciertamente, ha habido un avance en cuanto a ese protocolo, pero no para todos los elementos porque es demasiada la cantidad de elementos de la biodiversidad que se resguardan, y  que son importantes en las diferentes áreas protegidas.

 

 

No obstante, según fuentes consultadas del sistema, en muchos de los casos se cuenta con protocolos y monitoreos sistemáticos.  Existen áreas protegidas que están siendo monitoreadas desde hace años y llevan procesos de investigación consolidados que pueden determinar hasta  dónde van los efectos de las acciones que se realizan.

 

Porque, aunque existe responsabilidad del área protegida, del área de conservación, del Sinac y del mismo Estado, debe existir un abordaje país para desarrollar acciones ambientalmente consecuentes.

 

“Estamos volviendo los ojos a cosas más técnicas que a veces también es un poco complicado porque nos hemos llenado de instrumentos y de repente, con el poco personal que tenemos, lo operativo se queda de lado.  Entonces, también el saber qué tenemos, cómo lo tenemos que manejar, qué decisiones debemos tomar, y para eso ocupamos información. También a veces nos limita hacer el día a día en ese control y en esa prevención, que se hace sumamente difícil por tantas cosas que hay que abordar”, señalan los funcionarios consultados.

 

El volumen de trabajo que deben realizar los funcionarios en la gestión de las áreas silvestres protegidas es arduo. “...Lo que tenemos que hacer, lo que tenemos que desarrollar, lo que deberíamos conocer, es inmenso y es ahí donde realmente estos procesos son sumamente complejos y van más allá de solo hacer control y protección o solo atender a los visitantes o solo hacer educación ambiental, etc.  Entonces, es importante tomar en cuenta todo eso.

 

De acuerdo con diversas fuentes consultadas (*), esa visión global que debe existir debe buscar el esfuerzo conjunto de todos los actores, no solo los involucrados directa o indirectamente, pues al final el beneficiado es nuestro país.  Y eso implica también una gran cuota de responsabilidad de la sociedad civil en la protección, sensibilización y conservación de ese tesoro natural que se extiende a lo largo de las fronteras.

 

Fuentes consultadas:

Ing. Luis Guillermo Acosta Vargas, Escuela de Ingeniería Forestal Tecnológico de Costa Rica (TEC)

Máster Yeimmy Cerdas, Bióloga y Administradora del Refugio Nacional de Vida Silvestre Ostional

Dorian Méndez, Administrador del Parque Nacional Barra Honda. SINAC (Sistema Nacional de Áreas de Conservación).

  • Braulio Navarro Cabezas, Área de Conservación Marina Cocos (ACMC),
  • Henry Picado, Presidente, Federación Ecologista

2017. “Informe Anual Estadísticas SEMEC 2016: SINAC en Números”. Comp. B Pavlotzky. San José, CR. 70 p.

 

Conservación de recursos, biodiversidad