Inician su camino empresarial con menos de cinco colaboradores, sin dinero ni un futuro asegurado y deben desafiarse a sí mismas para crecer y consolidarse. Pese a los obstáculos, las Mipymes constituyen un brazo poderoso de la economía costarricense.

Es común que en nuestro país encontremos pequeños negocios por doquier, ubicados en instalaciones reducidas y con pocos trabajadores; parecen pequeñas, pero al unirlas todas, se convierten en las reinas del parque empresarial nacional.

¿Pero qué son realmente las Mipymes? El Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) considera como micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) a toda unidad productiva de carácter permanente que disponga de los recursos humanos, los maneje y opere, bajo las figuras de persona física o de persona jurídica, en actividades industriales, comerciales, de servicios o agropecuarias que desarrollen actividades de agricultura orgánica.

Las empresas se clasifican según la actividad empresarial como industriales, comerciales y de servicios, utilizando la Clasificación Industrial Internacional Uniforme de todas las Actividades Económicas (CIIU).

Durante el 2015, las micro, pequeñas y medianas empresas representaron el 93% del parque empresarial del país. Sin embargo, ese porcentaje fue mayor en el 2013, cuando se contabilizaron 32 542 Mipymes, mientras que en 2015 la cifra se redujo a 29 068 negocios.

A pesar de ello, continúan dominando el parque empresarial, así como su aporte al empleo, y mejoraron notablemente su participación en las exportaciones del país. Según el Estado de Situación de las Pyme en Costa Rica del 2015, las empresas que tienen menos de cien empleados en Costa Rica representan el 93% del parque industrial y un 25% del empleo nacional, pero su presencia en las exportaciones pasó de un 10% en el 2013 a un 16% en el 2015, para un monto de $1 459 millones, el 3% del Producto Interno Bruto (PIB).

En los últimos años, el aporte de las microempresas a las exportaciones ha ido en aumento. En 2012 era de apenas un 9,6%; sin embargo, para el 2015 alcanzó un 27%.

Este crecimiento no solo es una evidencia de lo que se vive en el país, Latinoamérica recibe un gran aporte económico debido a que representan el 90% de las empresas de la región, y generan más de la mitad de los empleos y una cuarta parte del PIB.

De acuerdo con un reciente informe del Banco de Desarrollo de América Latina, las Mipymes latinoamericanas tienen una amplia presencia en todos los sectores productivos -desde el comercio y la industria hasta los servicios, la salud o los sistemas financieros-, y una importante influencia en la creación de tejido social.

De hecho, se calcula que cerca del 60% de latinoamericanos trabaja en empresas de cinco o menos empleados.

La necesidad y el deseo

Tanto en Costa Rica como en el resto de la región, la decisión de emprender no surge con la visión de generar grandes riquezas económicas, sino de aplicar una idea innovadora o porque es el único medio para subsistir.

Para Juan Carlos Leiva, coordinador de la Maestría en Administración de Empresas y de la Maestría en Dirección de Empresas del TEC, existen dos conceptos para clasificar a estos empresarios: los de oportunidad y los de necesidad.

Quienes deciden crear una empresa por oportunidad son los que detectaron opciones de negocios, organizan los recursos, sacan provecho del mercado y están motivados. No obstante, los que crean su negocio por necesidad son los que no encontraron otras alternativas para generar ingresos y se caracterizan por la falta de motivación.

Dado el crecimiento del parque industrial y la gran inyección económica que están generando estas empresas, es notable que, aunque aproximadamente el 60% de ellas sean creadas por subsistencia, han logrado mantenerse en el mercado y contribuir con la economía; pero aún falta por hacer.

El país ha percibido esta contribución. Por eso, en los últimos años, se ha comenzado a implementar acciones que permitan sostener y robustecer este sector productivo, pues se enfrenta a retos de financiamiento, trámites, educación y competitividad desde que los empresarios deciden ejecutar su plan de negocios.

El informe del Banco de Desarrollo de América Latina también constata la importancia del apoyo para este sector; no obstante, señala que, a pesar de que la región muestra cifras aceptables, su crecimiento podría ser mayor y está siendo limitado por la baja productividad, competitividad y eficiencia y, a nivel estructural, por una alta informalidad laboral y fiscal. Esta situación, que se explica esencialmente por la falta de innovación, limita las posibilidades expansivas del entramado de las Mipymes y, con ello, retarda el crecimiento de los países.

Juan Carlos Leiva coincide con este criterio, y asegura que las empresas manifiestan estar innovando; sin embargo los resultados demuestran lo contrario con respecto a la creación de nuevos productos, uso de patentes y servicios.

 

Realidad

Innovar, competir y crecer no se consigue solo con buenos deseos, para ello se requiere de inversión, y la gran mayoría de Mipymes carece de este insumo.En nuestro país, las autoridades han puesto en práctica recursos que favorezcan el despegue de estas empresas para que puedan seguir siendo trascendentales, tanto a nivel nacional como internacional. Según Pedro Morales, Asesor en Política Industrial y PyMe de la Cámara de Industrias de Costa Rica (CICR), fue en el 2002 cuando el sector Mipyme empezó a tomar más importancia en las políticas públicas al promulgarse la Ley de Fortalecimiento de las Pequeñas y Medianas Empresas.

Esta Ley busca crear un marco normativo que promueva un sistema estratégico integrado de desarrollo de largo plazo, el cual permita el desarrollo productivo de las pequeñas y medianas empresas, y posicione a este sector como protagónico, cuyo dinamismo contribuya con el proceso de desarrollo económico y social del país, mediante la generación de empleo y el mejoramiento de las condiciones productivas y de acceso a la riqueza. La normativa pretende facilitarle a las Mipymes el ingreso a mercados de bienes y servicios, procurar la formación de mercados altamente competitivos, y promover el establecimiento de condiciones de apoyo equivalentes a las que se otorgan a las PYMES en otras naciones, entre otros aportes.

Morales comenta que, desde que se implementó esta Ley, se ha ido avanzando en la conformación de una oferta de programas y servicios para apoyar la competitividad de este importante sector y conseguir convertirlas en un motor más dinámico de la economía.

“El problema con las Mipymes de América Latina, coinciden los expertos, no tiene tanto que ver con el número de empresas, sino con su escaso crecimiento y con la baja calidad del empleo que generan. Si bien la creación de empresas es elevada en comparación con lugares como Asia, las compañías que sobreviven suelen crecer a un ritmo menor en comparación con otras Mipymes de regiones más desarrolladas”, aporta el informe.