Descamisados, filibusteros y usos defensivos del odio
Por: Benjamín Campos Chavarría*,
Campus Tecnológico Local San Carlos, TEC
bcampos@tec.ac.cr
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5770-5760
Este año la Organización de Naciones Unidas (ONU) alertó sobre un aumento importante de los discursos de odio en nuestro país, uno o dos días después vimos a un hombre descamisado lanzando amenazas a diputados del Frente Amplio y Liberación Nacional. El asunto terminó en un proceso judicial que llevó a una conciliación que incluyó una disculpa pública y un curso de manejo de la ira, entre otras condiciones. Pero la violencia política no ha cesado, recientemente las declaraciones presidenciales respecto a los allanamientos realizados por la fiscalía con el “Caso Barrenador”, han sido caracterizadas por algunos como un llamado a la sedición. Estos discursos son repetidos, viralizados y radicalizados por muchas personas.
El aumento de la intolerancia política es un aspecto que viene aumentando desde hace varios años, como evidencian diversas encuestas que cada tanto publica la Universidad de Costa Rica, aunque se ha profundizado en el actual gobierno y su particular estilo comunicativo.
Dentro de todo lo que podríamos decir sobre este aumento de los discursos de odio me gustaría resaltar algo particularmente grave. Si le preguntáramos a estas personas que se manifiestan tan violentamente por qué lo hacen, posiblemente ninguna diría que es porque ejerce odio, violencia o intolerancia. Con toda seguridad usarían frases como amor a la patria, defender al país o librarnos de filibusteros (un invasor que pretendía esclavizar y robarnos la independencia), defender la democracia o rescatar las instituciones públicas.
Esto es lo que, en su libro “La política cultural de las emociones”, la filósofa Sara Ahmed titula "usos defensivos del odio": las acciones de las personas intolerantes, racistas, discriminadoras, etc. se suelen presentar más bien como discursos de amor, amor a la patria, amor a la familia, amor al país que me están robando, que están siendo invadido, pervertido, etc. Es común que personas que realizan matanzas en Estados Unidos publiquen manifiestos donde se presentan como salvadores ante cosas como “el gran reemplazo”. Ven amenazas, aunque no las haya en realidad y se presentan como víctimas, no como victimarios.
Otro concepto de la misma autora nos ayuda a entender este fenómeno: las "narrativas de lesión". Antes de que una persona cometa actos de agresión política, racial y demás, esa persona fue alimentada por una narrativa de lesión, un relato en el cual se le presenta como alguien que está siendo atacado, que recibe un daño por algún grupo (incluso una conspiración global), donde se le han presentado a otras personas no como ciudadanos con diferente opinión, sino enemigos. Esto lleva a algunas personas a sentir que efectivamente están siendo atacadas, que alguien está destruyendo algo que amas y por tanto… deben defenderla pasando al ataque.
Es fácil para estos grupos pasar a la violencia y a los crímenes de odio, pues la violencia se ve como una reafirmación de lo perdido, de la supremacía o una defensa ante la amenaza. Nos dice Ahmed:
"Dichas narrativas funcionan al generar un sujeto a quien unos otros imaginados ponen en peligro y cuya proximidad amenaza no solo con quitarle algo (empleos, seguridad, riqueza), sino con ocupar el lugar del sujeto. La presencia de este otro se imagina como una amenaza al objeto de amor. Esta narrativa implica una reescritura de la historia" (Ahmed, 2015, p.78).
Debemos tener mucho cuidado con esas narrativas de lesión y con quienes las utilizan como forma de ejercer política, denunciar la falsedad de esas narrativas y estar alerta sobre nosotros mismos, pues podríamos estar consumiendo y reproduciendo ese tipo de narrativas. También es fundamental dejar de presentar a nuestros oponentes políticos, por el simple hecho de no comulgar con nuestro proyecto político o nuestras ideas, como monstruos, filibusteros. Nadie es filibustero ni roba al país por no compartir las ideas de algún diputado, diputada o del presidente, presentarlo así solo fomenta la intolerancia y puede llevar a hechos lamentables por los usos defensivos del odio. Y finalmente creo que necesario que quienes no participen de dicho odio, participen políticamente, no podemos simplemente alejarnos y dejarle esos espacios al odio.
*El autor es profesor en el Tecnológico de Costa Rica.