...porque no solo de libros vive una biblioteca
La muestra estará hasta el 30 de setiembre
El arte de Francisco Munguía Villalta permanece vivo, su humor continúa provocando sonrisas y su denuncia sigue siendo incisiva y pertinente. A pesar de su fallecimiento en el 2020, su obra no deja de hablar y de despertar emociones y comentarios en calles, parques y comunidades donde están sus más de cien murales, pero también en las exposiciones que se siguen haciendo de su trabajo artístico, como la que presenta la biblioteca del Campus TEC San José, en Barrio Amón, hasta el 30 de setiembre.
“Una biblioteca es un santuario del conocimiento y la cultura; y la caricatura es una expresión artística, por tanto, cultural. La caricatura expresa de una manera cómica o divertida una idea, puede ser desde una denuncia social, una ironía o una parodia de la vida. El artista, de manera directa o sutil, puede expresarse y llegar al público con su visión. Pero, al igual que toda manifestación artística, deja también espacio a la interpretación y ahí es donde el poder de una caricatura encuentra su mayor expresión”, explicó Eduardo Chavarría Saborío, coordinador de la Biblioteca.
Chavarría recordó a Munguía como un artista muy comprometido con la denuncia social y que buscaba favorecer a los más olvidados de la sociedad. Resaltó su lucha por los derechos de los animales y su constante búsqueda de la equidad, la justicia y la inclusión en las relaciones humanas.
“Esta exposición significa la culminación de un anhelo de mucho tiempo: poder montar por primera vez una exposición artística en la biblioteca; ser un espacio no solo de apoyo a la academia, sino también un transmisor de cultura por medio del arte”, añadió el coordinador.
Débora Portilla Gómez, esposa de Munguía, rememoró el origen e identificación del artista con los barrios del sur de San José y que utilizó la caricatura como una herramienta de protesta y de denuncia para hacer un cambio social. También remarcó la enorme colección de chistes sobre el estilo de pensar y de hablar de la población.
“Fran donó un porcentaje gigantesco de su trabajo. Él entendía que era una necesidad y que hacía una diferencia. Por eso nosotros promocionamos el voluntariado para decirle a la gente que es una manera de sanar, hacer algo por los demás nos cura, nos evita depresiones. […] Uno de los grandes dones de Fran fue poder entender qué quería la gente y traducir eso en sus obras. El amor, el cariño y la dedicación se nota en cada uno de sus trabajos”, señaló.
Fausto y Fidel, hijos de Francisco y Débora, heredaron el talento del papá y están desarrollando su propio arte. El primero de ellos, con 13 años, ya tiene a su haber 13 exposiciones, entre las que resalta una donación a la Municipalidad de San José que combina el reciclaje, el arte, el bienestar animal y la siembra de árboles.
“La genética no nos falla. Fausto y Fidel nacieron con esa facilidad. Para mi esposo fue muy importante entender que su legado quedaba, su dinastía, su sangre y su meta, porque mis dos hijos están siendo criados como activistas, que eso era lo que hacía Fran. Fran no era arte por arte, sino que utilizaba su gran don para hacer un cambio y dejar una huella. Mis dos hijos van por lo mismo. Se les facilita y ya tienen la formación del fuerte protege al débil, esa formación social tan necesaria en estos tiempos de cambio”, manifestó Portilla.
La exhibición consta de varias caricaturas y videos, y puede visitarse de lunes a viernes, de 8:00 a.m. a 6:00 p.m., hasta el 30 de setiembre.
"Fran y yo hemos creído siempre que el arte sana, es medicina y debe llegar a todos los rincones del mundo y ser absolutamente accesible e inclusivo."Débora Portilla Gómez
Munguía en la biblioteca del Campus TEC San José
Fotografías de Ruth Garita Flores