Reseña crítica de “Temporada de Huracanes” de Fernanda Melchor
Por: Benjamín Campos Chavarría,
Tecnológico de Costa Rica, Campus San Carlos
bcampos@tec.ac.cr

Recientemente leí Temporada de huracanes, la segunda novela de la mexicana Fernanda Melchor, una obra que la ha consolidado como una de las voces más potentes de la literatura contemporánea en español. Llegué a esta novela después de leer Falsa liebre en un club de lectura. Aunque su debut no me pareció una gran obra, me resultó interesante y decidí continuar con su libro más reconocido. Posteriormente, también vi la adaptación cinematográfica de Netflix. Así, recorrí el camino inverso al de muchos: ver la película, leer Temporada de huracanes y luego interesarme por el resto de su obra. Debo decir que su segunda novela me pareció de mejor calidad.
La historia gira en torno al asesinato de "La Bruja", una mujer trans que vive en La Matosa, un pueblo miserable en México. Este lugar está dominado por la violencia en sus diversas formas: explotación sexual y laboral, machismo, narcotráfico y violencia familiar. La Bruja, hija de la anterior bruja del pueblo, heredó su rol de sanadora y prestamista. Vive en una casa en ruinas donde se organizan fiestas con karaoke y drogas por las noches, pero también ofrece brebajes abortivos a las prostitutas y mujeres del pueblo. Su cuerpo es hallado flotando en un canal por unos niños, y cada capítulo nos acerca, desde distintas perspectivas, a los eventos que llevaron a su muerte.
La novela se estructura mediante un mosaico de voces, cada una con su propia historia, lo que permite reconstruir los hechos desde múltiples ángulos. En cada capítulo, Melchor adopta la perspectiva de un personaje diferente:
- Yesenia, prima de Luismi, lo odia porque su abuela lo prefiere pese a los problemas que genera. Su resentimiento es clave en la denuncia que lo involucra en el crimen.
- Luismi (Maurilio), drogadicto, criado en un anexo a la casa de su madre, Chabela. Su relación con Norma y su conexión con La Bruja lo ponen en el centro de la historia.
- Brando, amigo de Luismi, con quien tiene una experiencia homosexual. Vive con su madre religiosa tras el abandono de su padre y es el autor intelectual del crimen, motivado por la ilusoria esperanza de escapar de La Matosa.
- Norma, una adolescente víctima de abuso sexual por su padrastro, queda embarazada de este y huye de casa hasta La Matosa, donde se relaciona con Luismi. Su historia es una de las más desgarradoras.
- Munra, un hombre lisiado por un accidente, esposo de Chabela y testigo de muchas de las violencias que atraviesan la historia.
- Chabela, madre de Luismi y prostituta, intenta ayudar (o explotar) a Norma y refleja las dificultades de las mujeres en este entorno hostil, pero también la solidaridad de quienes sufren violencia.
Cada uno de estos personajes está marcado por la frustración, el dolor y la imposibilidad de escapar de su destino. Melchor los retrata sin concesiones, exponiendo sus miedos, deseos y contradicciones con una crudeza que resulta casi insoportable.
A pesar de la aparente investigación policial tras el asesinato de La Bruja, el verdadero motor de la búsqueda no es la justicia, sino el supuesto tesoro acumulado por la bruja original. Esto refuerza la idea de que en La Matosa la violencia y la corrupción no tienen redención.
Temas principales y crítica social
- Violencia estructural: La novela retrata un sistema en el que la violencia es cotidiana y normalizada. No hay héroes ni redención, solo supervivencia.
- Machismo y misoginia: Las mujeres de la historia sufren constantes abusos y están atrapadas en un ciclo de opresión. El personaje de Norma es un ejemplo devastador de esto.
- Superstición y miedo: La Bruja simboliza el miedo colectivo a lo diferente y la manera en que las comunidades marginadas crean mitos para justificar sus tragedias.
- Desigualdad y destino trágico: No hay oportunidades de escape en La Matosa. Todos los personajes están condenados desde el principio, y la novela no ofrece ninguna esperanza de cambio.
El ambiente del pueblo es opresivo, con un clima caluroso y sofocante que contribuye a la sensación de encierro. Nadie parece poder salir de allí, y la solidaridad es escasa, salvo entre las prostitutas y La Bruja. Melchor refuerza esta atmósfera con su estilo narrativo característico: largos párrafos casi sin pausas, que recuerdan la estructura de El otoño del patriarca de García Márquez. Este flujo narrativo genera una sensación de asfixia, reflejando el caos y la desesperanza de los personajes. Además, la ausencia de una cronología lineal refuerza la idea de circularidad: las historias se entrelazan y se repiten, construyendo un destino inexorable de violencia. Es un realismo brutal que, como en su primera novela, obliga al lector a confrontar la dureza de las historias, que duele, sacude.
El asesinato de La Bruja, un personaje que, a diferencia de la mayoría, no daña a nadie, sino que ayuda a quienes lo necesitan, condensa todas las formas de violencia de La Matosa. Su muerte simboliza la imposibilidad de la redención en un entorno donde el odio, la ignorancia y la superstición dictan las reglas. Temporada de huracanes no es una lectura fácil, pero su intensidad, su realismo brutal y su impecable construcción narrativa la convierten en una obra imprescindible de la literatura contemporánea en español.