Características cognitivas y emocionales en estudiantes con altas capacidades

Por:

 

María F. Obando-Sánchez, Antropóloga, Máster en Intervención Social
maria.obandosanchez@ucr.ac.cr

 

Wilmer Casasola-Rivera, Bioeticista, Máster en Neuroeducación y Optimización de Capacidades Intelectuales, PhD en Educación.
wcasasola@tec.ac.cr

5 de Septiembre 2024 Por: Visitante

Imagen ilustrativa generada por IA. Fuente: Freepik

Características cognitivas y emocionales

Las personas con altas capacidades intelectuales comparten una serie de características cognitivas y emocionales que los distinguen de otros estudiantes en el salón de clases. No obstante, la literatura académica aclara que esta población no es un grupo uniforme y no se puede generalizar de forma rígida las particularidades que comparten. Esto no impide describir algunas características comunes que se asocian con una inteligencia excepcional que les permite aprender con mayor facilidad y rapidez.

A continuación, presentaremos un esquema con las características de los estudiantes con altas capacidades y luego las explicaremos con más detalle. Por un lado, se destacan las características cognitivas, y por otro, las características emocionales y sociales.

Las características cognitivas incluyen una notable capacidad para aprender y retener información, gracias a una memoria excepcional que facilita el trabajo intelectual. La inteligencia fluida les permite resolver problemas, entender conceptos abstractos y complejos con mayor facilidad. El aprendizaje rápido está asociado con el interés en los contenidos educativos: si un tema o actividad despierta su interés, aprenden más rápido y de manera más efectiva. Su habilidad para resolver problemas complejos se relaciona con un pensamiento crítico y analítico fuera de lo común, permitiéndoles inferir soluciones a partir de información que otros pueden no percibir. Esta capacidad también se refleja en su habilidad para comprender y manipular ideas abstractas y contextualizar la información.

Las características emocionales y sociales se manifiestan en diversas cualidades. Destacan la creatividad y la curiosidad que los motivan a explorar temas particulares, plantear ideas y ofrecer respuestas poco convencionales. Cuando se sumergen en temas de su interés, pueden concentrarse durante largos periodos. Su memoria operativa, a menudo frágil en otras personas, les permite concentrarse, retener información y aprender de manera efectiva. Poseen un vocabulario más amplio y capacidad para crear estructuras lingüísticas complejas que facilitan una comunicación efectiva. La autocrítica, a menudo ausente en la mayoría de las personas, combinada con el perfeccionismo, conduce a la realización de trabajos más precisos y detallados. El inconformismo es producto de una independencia en su forma de pensar y su interés genuino en temas filosóficos y sociales relevantes. Aunque algunos pueden ser más introvertidos, esto no significa que carezcan de buen sentido del humor ni de habilidades sociales.

¿Cómo deberíamos abordar a esta población?

Robinson, Shore y Enersen (2021) destacan que muchos educadores mantienen prejuicios hacia los niños superdotados. Entre estos prejuicios se incluyen la percepción de que la superdotación es una construcción arbitraria o irrelevante, la creencia de que todos o ninguno es superdotado, la idea de que los niños superdotados no requieren apoyo educativo especial y la consideración de que la superdotación es menos importante en comparación con otras necesidades educativas. Algunos educadores creen que es crucial invertir en la educación de los superdotados, considerándolos como futuros líderes, mientras que otros enfatizan la necesidad de una educación especial para abordar sus necesidades adicionales, independientemente de su potencial futuro.

Si algunos educadores son propensos a caer en estos prejuicios, es aún más probable que personas no especializadas en educación también los adopten. Por ello, es fundamental que los docentes desarrollen capacidades psicoemocionales que les permitan abordar a los estudiantes con altas capacidades intelectuales de manera adecuada.

La formación docente para responder eficazmente a estudiantes con altas capacidades intelectuales representa un gran reto en la educación. La formación tradicional no aborda específicamente esta necesidad. La literatura especializada indica que los docentes deben contar con herramientas básicas que incluyen la comprensión, identificación y evaluación de las altas capacidades intelectuales. Esto requiere el desarrollo de prácticas y estrategias educativas efectivas para promover la inclusión socioafectiva en el aula, así como la implementación de métodos de enseñanza y estrategias didácticas diferenciadas.

La formación académica tradicional no es suficiente para tratar adecuadamente a estudiantes con capacidades intelectuales superiores. Además de herramientas y estrategias para potenciar estas capacidades, los docentes deben trabajar en sus competencias emocionales. Muchos docentes, incluso en niveles universitarios, muestran resistencia a que los estudiantes desafíen su autoridad intelectual, lo que refleja un deseo de perpetuar un modelo de enseñanza magistral y no participativo. Aunque los estudiantes universitarios tienen más herramientas para confrontar estos criterios, los niños y adolescentes pueden enfrentar dificultades para desafiar la autoridad. Las competencias emocionales ayudan a los docentes a enfrentar sus propias carencias educativas y didácticas. No se trata de adoptar una actitud derrotista ni de permanecer en una zona de confort profesional, sino de enfocar la energía en crear ambientes de aprendizaje que potencien las capacidades de estos estudiantes especiales.

Las estrategias educativas

Las personas con altas capacidades intelectuales tienen una excepcional habilidad para adquirir, recordar y emplear gran cantidad de información. Esto les permite retener múltiples ideas de manera simultánea, capacidad para hacer buenos juicios y comprender sistemas complejos de conocimiento. Además, la habilidad de manipular información abstracta les permite formular preguntas y plantear soluciones a problemas complejos de forma creativa e innovadora.

En el abordaje de personas con altas capacidades, la educación emocional es fundamental. Estas estrategias deben contemplar los aspectos afectivos y cognitivos para fortalecer su autoconcepto y potenciar su éxito escolar. El correcto abordaje de estudiantes o personas con altas capacidades implica realizar evaluaciones específicas y un programa de trabajo específico. Se pueden implementar actividades y ajustar esquemas mentales tanto en el hogar como en el salón de clases para potenciar a esta población.

En el hogar: Si un niño muestra habilidades de aprendizaje avanzadas para su edad, se debe fomentar su talento y curiosidad mediante la exploración activa, el fortalecimiento de la interacción con entornos de aprendizaje y la asistencia a eventos significativos. Estas acciones ayudan a identificar y desarrollar sus capacidades.

En el salón de clases: El reto del docente es comprender la superdotación y asumir el rol de orientador, facilitador y guía. Debe ayudar a los estudiantes con altas capacidades intelectuales a establecer metas de aprendizaje razonables basadas en sus habilidades e intereses diseñando estrategias didácticas adecuadas a sus cualidades

Sobre este punto, es relevante destacar el protocolo del Ministerio de Educación Pública titulado Orientaciones educativas y administrativas para la aplicación de la Ley N° 8899, un documento bastante robusto sobre cómo abordar a los estudiantes identificados con alto potencial. Uno de los mayores desafíos que encontramos es que el proceso de identificación debe iniciar con una solicitud escrita por parte la familia. Aquí surge una interrogante central: ¿Qué ocurre cuando la familia interpreta incorrectamente esta alta dotación? Sin duda, la pericia del docente en la identificación de esta población será determinante para lograr un entorno adecuado para el estudiante, tanto dentro como fuera del centro educativo.

Por otra parte, no se puede obviar que, tras cuatro años de apagón educativo, las generaciones de estudiantes han cambiado de forma significativa sus patrones de socialización y aprendizaje. Es muy importante potenciar el desarrollo social y emocional, especialmente cuando el currículo educativo no permite esta flexibilidad.

El trabajo en equipo en pequeños grupos desarrolla habilidades psicoemocionales y sociales, especialmente en la comunicación, lo que facilita la interacción tanto en la escuela como en la comunidad. Es crucial también abordar el manejo del estrés, proporcionando herramientas para establecer prioridades de aprendizaje, lidiar con la frustración y enfrentar errores. Además, la colaboración positiva entre padres y educadores permite compartir información y generar recursos para maximizar el potencial de los estudiantes.

La neuroeducación facilita el abordaje de estas poblaciones al proponer modelos de enseñanza y aprendizaje diferenciados, basados en el estudio del cerebro, el órgano que hace posible el aprendizaje. La docencia debe estar preparada para responder a los diferentes estilos de aprendizaje, especialmente cuando los estudiantes demuestran una mayor capacidad para aprender.

Fuentes consultadas:

García Perales, R., & Sáez-Gallego, N. (2024). Formación docente para la inclusión educativa del alumnado de altas capacidades intelectuales. En S. González-Villora & J. C. Pastor-Vicedo (Coords.), Más allá de las notas: comprendiendo al alumnado con altas capacidades (pp. 70-96). Ediciones Morata.

Ramos Santana, G. y Chiva Sanchis. I. (coords.) (2018). Altas capacidades: identificación- detección, diagnóstico e intervención. Brief.

Robinson, A., Shore, B., & Enersen, D. (2021). Best Practices in Gifted Education: An Evidence-Based Guide. Routledge.

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