Desmedido crecimiento en la fuerza de trabajo agudiza la situación del empleo en Costa Rica
- Empleo informal y subempleo crecen, al tiempo que disminuye el ingreso promedio de los trabajadores
- El 66% de las personas desempleadas tienen menos de 34 años y el 64% no terminó la secundaria
Por: Jorge Quesada y Johan Umaña.
El desmedido crecimiento de la fuerza de trabajo –esa es la cantidad de personas mayores de 15 años disponibles para trabajar–, el desaceleramiento de la economía y los cambios en los sistemas productivos del país, entre otros motivos, han motivado un desmejoramiento de las condiciones del empleo en Costa Rica, según muestran las estadísticas y concuerdan varios expertos.
El desempleo, que para el primer trimestre de este año se ubicó en 11,3%, es solo una de las estadísticas que demuestra cómo las condiciones del empleo en el país están en decaimiento.
También lo demuestra el marcado incremento en el empleo informal y que en el año pasado, el ingreso promedio de las personas que sí tienen trabajo se redujo en 4,63%, para ubicarse en ₡444.086 (₡21.538 menos que al cierre de 2017).
“Los problemas estructurales del país han generado que mucha población se esté incorporando a la informalidad. Además, llama la atención que se observó que hay un fuerte crecimiento del número de trabajadores independientes informales, cerca del 90% son informales, y estos no están cotizando a la seguridad social”, destaca la máster Roxana Morales, directora del Observatorio Económico y Social de la Universidad Nacional de Costa Rica (OES-UNA).
Condiciones adversas que además impactan con mayor dureza a poblaciones en situaciones desfavorables, como quienes están en condición de pobreza y con menores estudios; pero particularmente a las mujeres y los adultos mayores, como descubre un análisis del OES de los resultados de la Encuesta Continua de Empleo durante el 2018.
Según explica el Dr. Víctor Garro, economista y docente del Tecnológico de Costa Rica (TEC), en las últimas cuatro décadas, el país ha transformado su sistema productivo hacia procesos de mayor valor agregado, en donde el conocimiento y la tecnología, por ende la formación académica, juegan un papel importante para la competitividad de las personas y las empresas.
“Lo que ocurre en el mercado laboral costarricense es que hay un sector que tiende a crecer, que es el de alta calificación; y un sector que tiende a estancarse, que es el sector laboral de baja competencia y es algo que se seguirá dando”, indica Garro.
Empleo insuficiente
El año pasado se crearon casi 170.000 empleos nuevos, pero fueron insuficientes para cubrir a todas las personas que salieron a buscar empleo en el mismo año.
La fuerza de trabajo aumentó en un 12% y como resultado el desempleo (12%) y el número de personas desocupadas (más de 259.000) alcanzaron niveles históricos para finalizar el 2018, según el OES.
Una tendencia que aumenta en 2019; según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) para el primer trimestre del año “la población en la fuerza de trabajo fue de 2,45 millones de personas, lo que denota un incremento estadísticamente significativo de 214.000 personas con relación al primer trimestre del año anterior, incremento que se atribuye tanto al crecimiento en la cantidad de personas ocupadas, como las desempleadas”.
“Hay un crecimiento más acelerado en la fuerza de trabajo con respecto a los nuevos empleos que se están creando. Se crean empleos, pero son menos de los necesarios. Además, el último año casi el 100% de los nuevos empleos son informales, muchas personas están ocupándose pero en condiciones informales, con bajo nivel de remuneración y sin garantías sociales”, comenta Morales.
Los expertos no tienen una explicación clara del porqué de este incremento desmedido en el número de personas que ingresan al mercado laboral. El OES tiene varias hipótesis, entre ellas que la incertidumbre respecto a la situación económica del país y el incremento en el nivel de endeudamiento de los hogares ha empujado a más mujeres a buscar trabajo.
Esa idea se respalda en el hecho de que en 2018 de las más de 259.000 personas mayores de 15 años que se sumaron a la fuerza de trabajo, el 65% fueron mujeres y apenas el 25% jóvenes.
Las víctimas del desempleo
El desempleo no afecta por igual a todos, pues mientras en las zonas francas las empresas crecen a ritmos de hasta 10% anual, señala Morales, en la economía tradicional las empresas se estancan o decrecen.
El resultado es que hay más empleo para las personas calificadas pero menos oportunidades para quien carece de estudios y experiencia. El resultado es que hay un grupo de jóvenes proveniente de familias de escasos recursos que no están encontrando opciones en el mercado laboral.
De las personas desempleadas a finales de 2018, el 66% tienen menos de 34 años de edad y el 64% no terminó la secundaria.
“Son personas jóvenes, entendiendo que van de 15 a 35 años de edad. Se concentran por cantidad en la parte central del país, pero es en las zonas costeras donde el porcentaje de desempleo es más alto. Además, en las mujeres jóvenes hay mayores niveles de desempleo.
“Por otra parte, está la población de 45 años o más, que les falta calificaciones y ahora tienen competencia con los jóvenes, que vienen un poco más preparados. Son personas que difícilmente se van a poder incorporar a esa nueva economía que se está desarrollando, por lo que sufren el desempleo y se les complica volver a encontrar trabajo”, sintetiza Morales.
Para Garro esta situación agudiza la desigualdad en el país, pues es claro que existe una brecha creciente entre quienes tienen acceso a los puestos de trabajo de la nueva economía, guiada por la tecnología y el conocimiento; y quienes se ven limitados al sector tradicional, como la manufactura y el agrícola.
En respuesta a esta situación el Poder Ejecutivo ha desarrollado una serie de acciones tendientes a la reactivación económica, la mejora en los mecanismos de capacitación y la creación de puestos de empleo, principalmente mediante la atracción de inversión extranjera directa.
El pasado 10 de junio, el Gobierno firmó un decreto para la creación del Sistema Nacional de Empleo (SNE), que empezará a funcionar para el 2020 y debería servir para articular los programas de capacitación del Estado con las necesidades de las empresas.
Para tal fin, se creará la Agencia Nacional de Empleo, que estará a cargo del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA).
En la actividad de anuncio de la Agencia, el Gobierno anunció la creación de 3.000 puestos de empleo durante junio, al que llamó el “mes del empleo”, pero no brindó más detalles al respecto.
Para el 17 de junio, el presidente Carlos Alvarado anunció en su cuenta de Twitter que ya se contabilizaban 1.700 empleos nuevos y en el sitio de noticias de la Presidencia se explicó que se trataba de 1.500 empleos nuevos que se darán en la Zona Franca El Coyol y 200 puestos anunciados por la transnacional alemana Bayer.
Junio es el mes que hemos dedicado al empleo. En esta primera semana contabilizamos 1.700 puestos gracias al trabajo mano a mano y al compromiso del sector privado. Queda mucho por hacer pero seguimos impulsando iniciativas para crear más oportunidades. pic.twitter.com/3RTUWVPXfZ
— Carlos Alvarado Quesada (@CarlosAlvQ) 17 de junio de 2019
Precarización del empleo
Es preocupante que para quienes sí consiguen empleo, las condiciones también van empeorando. El empleo informal y el subempleo –personas que trabajan menos de 40 horas semanales pese a que desean y pueden trabajar más– aumentaron en 2018 y esa tendencia continúa este año.
Más de 1 millón de personas tiene un empleo informal, lo que representa el 46% de la población ocupada, según los datos para el primer trimestre de 2019 de la Encuesta Continua de Empleo.
“La cantidad de personas ocupadas en el último año (2018) aumentó en 169.683 y, de estas, 152.165 son informales (el 90%). De las 152.165 personas, el 70% son mujeres y el 30% son hombres”, resalta el OES en su análisis de las condiciones de empleo del año pasado.
Además, el 47% de la población con empleo informal es mayor de 45 años, lo que implica que una gran cantidad de adultos mayores no están cotizando cuando se acerca el momento de pensionarse.
Mientras que en 2018 aumentó en 34.539 el número de trabajadores en condiciones de subempleo, esto después de cuatro años en que el indicador venía en caída.
Según Morales, el marcado aumento en el empleo informal y subempleo explica la tendencia de reducción en el ingreso promedio de las personas trabajadoras, que en 2018 disminuyó en 4,63%.
“Puede estar más explicado porque si bien es cierto que más personas encuentran trabajo, lo hacen en la informalidad o el subempleo, esto hace que su promedio de ingresos sea más bajo y se trae abajo el promedio de la economía en conjunto”, resumió Morales.