En jaque

Durante décadas, múltiples estudios daban cuenta de lo que podría ocurrir si no hacíamos algo al respecto... y pasó.

El modelo de desarrollo que la humanidad adoptó tiempo atrás fue ineficaz. Contaminación, deforestación, falta de planificación y un desarrollo y crecimiento desmedido nos llevó a lo que tenemos hoy, un mundo desabastecido de recurso hídrico con serios problemas.

Y nuestro país, Costa Rica, no es la excepción.  Contradictoriamente, nos vendemos internacionalmente como un “país verde” que desea ser carbono neutral; sin embargo, carecemos de visión a largo plazo para revertir la contaminación de nuestros ríos, dar un adecuado tratamiento a las aguas residuales y poner límites y control a todo aquello que nos ha llevado a la escasez de agua que tenemos en la actualidad.

El último verano fue un claro reflejo de la situación de desabastecimiento que nos aqueja.

Necesitamos medidas curativas, no paliativas, en este momento.  De nada sirve limpiar nuestras laderas, bosques y ríos si ni siquiera en nuestros hogares tenemos la conciencia y el conocimiento para saber cómo debemos desechar adecuadamente nuestros propios residuos.

El país necesita políticas ambiciosas y urgentes en este ámbito.  Si bien recoger los desechos en nuestros bosques mitiga la situación, no la soluciona.

Si realmente deseamos ser un país verde, necesitamos cambiar lo que de antaño nos afectó enormemente, como endosar a otros el tratamiento de las aguas residuales.  Los expertos así lo señalan: las construcciones de unos años para acá son en su mayoría de tanque séptico.  Sin embargo, si a eso no le damos un tratamiento adecuado, tarde o temprano matará nuestras fuentes de agua.

Necesitamos tratar las aguas residuales, poner control a las aguas industriales no tratadas, brindar protección a nuestra flora y fauna que es exquisita y constituyen un imán para el turismo en el mundo.

Las acciones correctivas implican políticas claras: quien no se adapte al cambio debe multarse, tal y como lo han hecho en otras latitudes; así se hace el hábito y se construyen las buenas prácticas en el tiempo.

El agua es agotable, no inagotable como pensábamos décadas atrás.  Si otros países han podido revertir el daño, nosotros podemos hacerlo también, pero el cambio comienza en casa.

Se necesita voluntad, concientización y, ante todo, educación para crear las condiciones y mecanismos necesarios que nos permitan que ríos que en la actualidad están altamente contaminados sean limpios de residuos agrícolas, urbanos e industriales.

Para lograrlo, se debe trabajar de manera conjunta: instituciones, gobierno central y gobiernos locales con el desarrollo de políticas públicas que se cumplan, así como un adecuado ordenamiento territorial y, por supuesto, con el consenso y el apoyo de toda la ciudadanía.

Creemos conciencia...

Carla Garita Granados

Directora General

Jorge Quesada Araya

Coordinador Editorial