Envejecemos y eso es inevitable, es nuestra condición de seres mortales. Sin embargo, el mundo se enfrenta a un enorme reto, acoger al envejecimiento como una oportunidad de mejorar y no de envejecer con él.
Los investigadores Natalia Aranco, Marco Stampini y Nadín Medellín dicen que no, al menos no en nuestra región, América Latina, donde los procesos de envejecimiento no solo se han acelerado, sino que en algunos casos han alcanzado rasgos preocupantes:
"En la región, el 11 por ciento de la población de 60 años y más es dependiente. Y la magnitud como la intensidad de la dependencia aumentan con la edad de la población", señalan, en un estudio elaborado para el Observatorio de Envejecimiento y Cuidados del Banco Interamericano de Desarrollo.
Este no es un asunto menor. Si esa población aumentará en los próximos 30 años, el desafío para los Estados de la región es mayúsculo.
"El proceso de envejecimiento acelerado, a un ritmo sin precedentes, que están atravesando los países de América Latina y el Caribe impone presiones sin precedentes en el ámbito de los cuidados de largo plazo", dicen los investigadores.
Servicios médicos especializados, procesos jubilatorios que sean sostenibles para una sociedad cada vez más adulta, sustitución de mano de obra, porque las tendencias demográficas comienzan a revertirse lenta pero sostenidamente.
Costa Rica, por ejemplo, en el año 2015 contaba con sólo el 7 % de población mayor a los 65 años de edad, para el año 2045, casi la triplicará: el 18% de su población estará en la vejez.
Según el investigador mexicano Carlos Welti, al mismo tiempo que es satisfactorio que la expectativa de vida de los seres humanos haya aumentado en los últimos dos siglos, eso también representa problemas serios por resolver.
Las instituciones aún no han alcanzado responder satisfactoriamente al aumento sostenido de adultos mayores y eso genera precariedad, discriminación, desatención, abandono y soledad en un sector cada vez más amplio de la humanidad.
¿Qué estamos haciendo?
Según el estudio del BID, sólo Brasil, Cuba y Costa Rica han implementado políticas para los cuidados de los adultos mayores y su aumento paulatino. En el caso de Uruguay, excepcionalmente, es la única nación latinoamericana que ha institucionalizado el apoyo integral a ese sector, como sí hacen las naciones de Europa.
"La idea de diseñar políticas universales que apunten a mejorar la oferta de cuidados a largo plazo para las personas dependientes aún no ha tomado fuerza en la región", apuntan los especialistas.
De acuerdo con sus estimaciones, en tres décadas la población de adultos mayores de 60 años en nuestra región será parecida a las cifras que hoy se observan en Alemania, Holanda, Suiza o Dinamarca.
Pero no todos los países envejecerán en la misma magnitud. Varía según los índices de desarrollo.
El investigador Marco Stampini escribió en un artículo reciente que, según la ONU, países como Guatemala, Guyana o Haití envejecerán moderadamente y en 2050 tendrán los niveles que hoy presenta China, con un 15% de población en vejez. Pero otras naciones, como Barbados, Bahamas, Chile, Colombia y Uruguay podrán compararse con los niveles alemanes o japoneses, con cerca del 30% de población en vejez.
Es un desafío regional, pero también individual. Afrontar el futuro desde el momento en que se asume que todos, algún día, seremos viejos.
El peso de ser longevos
Datos arrojados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que para el 2050, la pauta de envejecimiento aumentará en todo el mundo.
Países como Francia dispusieron de casi 150 años para adaptarse a un incremento del 10% al 20% en la proporción de población mayor de 60 años. No obstante, en países como Brasil, China y la India deberán hacerlo en poco más de 20 años.
Ese cambio demográfico comenzó en los países de ingresos más altos, como Japón donde el 30% de la población tiene más de 60 años, los cambios más notorios se ven en esos países, por lo que los retos son inminentes.