Hongos que controlan hongos, bacterias que atacan insectos y maleza que atrae a “depredadores” de plagas... Los más de 20 años de experiencia como agricultor e ingeniero agrónomo de Andrés Vásquez (egresado del TEC [2]) le han servido para saber cómo funciona el campo y desarrollar alternativas creativas, innovadoras y ecológicas al uso de químicos.
En el 2012, Vásquez inició una investigación destinada a limpiar de químicos el cultivo de arroz en su finca en Paso Hondo de Cañas. Tras cuatro años de trabajo consiguió quePrimus Labs [3] (especialistas en verificar producción inocua de alimentos) certificara que su cultivo no tiene insecticidas, fungicidas, acaricidas o bactericidas sintéticos o químicos... en otras palabras: no es dañino para la salud humana.
Ese avance le valió la Medalla del Mérito Agrícola 2016 [4], galardón que otorga el Ministerio de Agricultura y Ganadería.
“Es muy bueno, tanto para el sector arroz como tal que tanto lo necesita en el país, como para la agricultura en general. Viene a dar como una esperanza gratificante porque es un esfuerzo de muchos años para poder producir libre de pesticidas”, comentó Vásquez.
El agricultor se prepara para lanzar al mercado una marca “ecoamigable”, pues su cultivo, dice, tiene el beneficio de que cuida el ambiente, no daña mantos acuíferos y tampoco afecta a los peones que trabajan en el campo.
¿Cómo lo logra?
La certificación de Primus Labs permite utilizar, de forma racionada, fertilizantes y herbicidas hasta los primeros 30 días de cultivo. En adelante ningún químico se aplica a la plantación.
Para evitar las plagas, Vásquez desarrolló una serie de buenas prácticas agrícolas y productos biológicos que le permiten asegurar la salud de su cultivo.
Se trata de bacterias u hongos que sirven para el control de otras bacterias y hongos, también insectos, dañinos para el cultivo.
Incluso, le ha dado gran resultado el atraer insectos “depredadores”:
“Nosotros hicimos algo muy bueno con el arroz, que fue que empezamos a dejar las rondas de los lotes, incluso algunos muros sucios que llaman, y que ahí nazca todo lo que quiera nacer. Lo que logramos es que al haber diferentes tipos de plantas llegan diferentes tipos de insectos y como llega ese montón de bichos empieza a haber un balance entre ellos”, explica Vásquez.
Un método económico y que le ahorra al agricultor la inversión en insecticidas. Particularmente, le ahorra al consumidor la ingesta de los residuos de estos insecticidas, argumenta Vásquez.
Su objetivo es expandir esta técnica a otros productores, conseguir que en Costa Rica se reduzca el uso de químicos en los cultivos y que la producción nacional se pueda posicionar por eso mundialmente.