Las microalgas utilizadas como suplemento en el alimento que se le da a los peces cultivados en granjas sirven para mejorar la salud de los animales, aumentando la productividad. También tienen el potencial de reemplazar en parte la costosa proteína que forma la parte central de los concentrados y así atenuar la huella ambiental que se produce en su fabricación.
Así lo determinó la investigación “Acuacultura Descarbonizada” [2], implementada por especialistas del Laboratorio de Microalgas [3] de [4]l Centro de Investigación en Biotecnología (CIB) del TEC y financiada por la Unión Europea (UE) [5], bajo el modelo de cooperación internacional de Desarrollo en Transición (DiT), un programa coordinado por el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (Mideplan) [6], dentro de la estrategia del Plan Estratégico Nacional 2020-2050.
El ambicioso proyecto, ejecutado en 2022 y 2023, contempló varias aristas para apoyar la acuacultura en las comunidades costeras y fronterizas del país:
- Investigación del suplemento alimenticio para los peces.
- Identificación de necesidades de las personas productoras.
- Capacitación en temas de producción y gestión administrativa.
- Acoplar el proyecto de producción acuícola a un sistema de acuaponía que utiliza un modelo de economía circular, para mejorar ganancias y reducir el impacto ambiental.
- Reducción de la huella de carbono.
Para la máster Maritza Guerrero Barrantes, quien hasta su jubilación fuera la coordinadora del Laboratorio de Microalgas, se escogió trabajar en acuacultura “porque es una actividad en crecimiento en el país, especialmente con los grandes esfuerzos que está haciendo Incopesca y el país en esta línea. Además, tiene un potencial muy grande de desarrollo económico para las zonas rurales y las mujeres, a la vez que aporta proteína de gran calidad y con beneficios notables para la salud humana”.