Los barrios Amón y Otoya, al norte de la capital, fueron el foco de atención de toda la comunidad estudiantil y docente de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo [2] por toda una semana durante la XVIII edición del Taller Vertical, una experiencia académica que promueve la búsqueda de soluciones a problemáticas del espacio urbano mediante el trabajo colaborativo entre estudiantes de todos los niveles de la carrera.
El lema de la actividad fue “Hacer lugares”, un concepto que busca convertir espacios públicos olvidados e inseguros en puntos atractivos y de confianza para la comunidad. Para ello, se utilizó el principio de “urbanismo táctico”, el cual promueve la recuperación de las áreas públicas y su puesta en valor por medio de intervenciones ligeras, de bajo costo y de rápida implementación para explorar opciones de mejora periódicamente.
En esta ocasión, el Taller integró a representantes de ambos barrios para que aportaran sus ideas y sugerencias. Esto se hizo tanto en las reuniones preparatorias durante los meses de abril, mayo y agosto, como en la semana de realización del Taller, cuando abrieron las puertas de sus casas a los equipos estudiantiles y asistieron al acto de inauguración. Además, se contó con el aporte de la Municipalidad de San José [3] y del Colegio de Arquitectos de Costa Rica [4].
Para lograr los objetivos, estudiantes y docentes se dividieron en catorce equipos de trabajo, los cuales elaboraron propuestas de mejora para siete zonas claves de este sector de San José. A cada uno de estos puntos se le especificó un enfoque en relación con el uso actual de la tierra (cultural, institucional o comercial) y, además, se le definieron posibles estrategias de intervención que cada equipo de trabajo debía considerar para su propuesta.
Todos los equipos tuvieron como eje central la puesta en valor del paisaje urbano histórico de los barrios Amón y Otoya y debieron considerar dentro de las propuestas elementos de temporalidad en el uso del espacio, iluminación y mobiliario urbano, diseño con enfoque en derechos humanos, paisajismo urbano y perdurabilidad de los materiales propuestos.
Durante la inauguración de la actividad, Alejandro Víctor Benavides, presidente de la Asociación de Estudiantes de Arquitectura y Urbanismo, invitó a los equipos de trabajo a convertir el Taller Vertical en un “laboratorio de sueños”, a reimaginar la ciudad y a visionar los barrios Amón y Otoya del mañana como espacios más activos, participativos y seguros.
“Hemos detectado junto a la comunidad una serie de problemáticas que afecta a nuestro barrio, problemáticas sociales, políticas, económicas y de infraestructura que han debilitado la ciudad y la forma en la que participamos en ella. Por ejemplo, la percepción de inseguridad, el comercio sexual ilícito, basura, falta de iluminación, demarcación incorrecta de calles, prioridad vehicular, aceras en mal estado e inaccesibles son algunas de las problemáticas que aquejan nuestro entorno urbano”, especificó Víctor.
Por su parte, Pablo Bulgarelli Bolaños, coordinador general del XVIII Taller Vertical, resaltó la importancia de esta actividad porque es cuando “se hace escuela” y toda la población estudiantil une sus esfuerzos para construir propuestas que van mucho más allá de ganar puntos para los cursos. De acuerdo con Bulgarelli, además de ser una experiencia académica, el Taller Vertical facilita que los estudiantes de todos los niveles de la carrera se conozcan entre sí, ejerciten sus habilidades blandas y comprendan la importancia de que el conocimiento traspase las paredes de las aulas.
“No sabía cómo iban a reaccionar los estudiantes después de un período de dos años en el que hemos trabajado a nivel virtual o semipresencial. Tener un taller totalmente presencial me generó mucha expectativa. Me llamó mucho la atención su entusiasmo, que se pusieran a trabajar con muchas ganas, la forma en la que los equipos se dividieron el trabajo, y ver que trabajaron maquetas de una manera muy pulcra”, resaltó Bulgarelli.