Es para mí un enorme honor estar dando estas palabras en representación de los y las compañeros que cumplen 20, 25, 30 y 35 años de laborar en esta magnífica institución.
Al devolverme 35 años atrás, y más, y pensar en el TEC de esa época no puedo dejar de pensar en el valor de la educación. Y cuando pienso en el valor de la educación, tengo que confesar que también pienso en mi mamá, quien siempre valoró la Educación, sabía su importancia para la vida.
Una educación que ella añoró para sí misma pero que las circunstancias de la vida no se lo permitieron porque al enfermar mi abuelo, tuvo que salir a trabajar después de terminar la escuela y siempre quedó con ese deseo. Deseo que pasó a sus hijos inculcándonos el valor por el estudio. Estudio que pudimos realizar gracias a que en este país se tuvo la visión de dar garantías sociales a su población, que se creó el código de trabajo, la universalización de los servicios médicos y el acceso a la educación.
Yo pude estudiar porque pude ir a una escuela pública, a un colegio público y a una universidad pública. Yo soy producto de la educación pública y lo agradezco infinitamente. Al igual que mi mamá, creo que la educación es tan importante que debería ser accesible para todas las personas.
La educación es un vehículo para desarrollarse como una persona plena, para alcanzar sueños, para tener una vida digna. He sido testigo desde la década de los 80 de cómo las muchachas y muchachos que venían de todas partes del país, que en época de lluvia llegaban a clases con el barro hasta las rodillas, que la palmaban, que compartían lo poco que tenían, llegaron a superarse, hicieron movilidad social, y ahora me da un enorme gusto cuando sé de sus logros, pero principalmente me llena de alegría saber de aquellos muchachos y muchachas que venían de hogares sencillos y que ahora trabajan en grandes empresas y corporaciones o que formaron sus propios emprendimientos, que viajan, que conocen el mundo, que tienen pasatiempos, familia y que gracias a la oportunidad que les dio la educación que recibieron en el TEC ascendieron profesional y socialmente.
Yo espero que ellos que ahora, que hoy, están allá afuera, lo valoren tanto como lo valoro yo, que sus padres, sus madres, sus hermanos, sus hijos, sus amigos, sus vecinos, sus compañeros de trabajo; que la sociedad en general lo entienda y lo valore como lo valoraría mi madre.
Porque esas personas no serían las mismas, porque yo no sería la misma, porque nosotros funcionarios del TEC no seríamos los mismos, porque el país no sería el mismo sin el TEC y sin el acceso a una educación pública de calidad.
¡Muchas gracias!
*La Dra.-Ing. Lilliana Sancho Chavarría es profesora de la Escuela de Ingeniería en Computación del TEC, donde coordina la Unidad de Posgrados de Computación.
La profesora Sancho pronunció estas palabras en la Sesión Solemne número 3268 del Consejo Institucional, alusiva a la conmemoración del 51 aniversario, en el cual se hizo un reconocimiento a las personas funcionarias que cumplen 20, 25, 30 y 35 años de laborar para el TEC.
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