El 8 de marzo de 2022 inició la construcción y para el 25 de marzo se hizo la entrega a la familia. Según el máster Diego Camacho Cornejo, docente-extensionista de la Escuela de Ingeniería Forestal del TEC y coordinador del proyecto de extensión, la rapidez con la que se construyó la vivienda se debe a la alianza entre la academia, el Estado y la empresa privada, ya que mientras que las universidades se encargaron de desarrollar los planos y la gestión, un aserradero de la Zona Sur aportó la madera ya curada y lista para el ensamblaje.
La inversión para la construcción, de ¢8, 5 millones –sin incluir el lote–, fue compartida por los fondos del proyecto de extensión, la ADI Cabagra y la empresa Maderas Q y S..
También se coordinó con Asociación de Desarrollo Indígena y se contó con el apoyo de la municipalidad de Buenos Aires, de Puntarenas, y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
El Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) jugó un papel importante, ya que realizó un taller de carpintería con pobladores de la zona. Tres de esos carpinteros formaron parte de la construcción.
“La idea de esto era hacer una casa modelo, que cumpliera con dos puntos, primero que cumpliera con los materiales que nos pidieron en los talleres de consulta con los habitantes del territorio indígena, y también que a la vez cumpliera con la normativa del Banhvi para viviendas de bienestar social (normas Inteco)”, explicó Camacho.
El proyecto de extensión universitaria, titulado “Mejoramiento del diseño arquitectónico, estructural y del uso de materiales utilizados en la construcción de viviendas de interés social para el territorio indígena de Cabagra, Buenos Aires, Puntarenas”, se ha estado desarrollando por un par de años en la zona, tanto consultando a los pobladores sobre sus preferencias de vivienda, como generando capacidades.
La iniciativa cuenta con financiamiento del Consejo Nacional de Rectores (Conare) y participan el TEC, por medio de la Escuela Ingenieria Forestal; la Universidad Nacional (UNA), con su sede en Pérez Zeledón; y la Universidad de Costa Rica, con la Escuela Ingeniería Civil.
“Esta casa que vemos aquí es una primera parte, porque todavía quedan cosas pendientes que van a salir como resultado de este proyecto y que si no hubiera sido porque el Conare nos facilitó, nos dio la posibilidad de desarrollarlo, las poblaciones indígenas seguirían sin ser tomadas en cuenta para el diseño de las viviendas que se instalan en sus territorios”, comentó Guiselle Mora Sierra, extensionista y antropóloga de la UNA.
Por su parte, Camacho explicó que el proyecto continuará con el seguimiento a la vivienda, para analizar cómo se comportan los materiales y el uso que le da la familia a las facilidades. La finalidad es desarrollar documentación completa, desde el proceso de consulta al pueblo indígena hasta la construcción y uso de la vivienda.