–– ¿Cómo la fundamentó el paso por el TEC y la educación costarricense para desenvolverse como investigadora en Europa?
–– Yo estoy convencida de que fue crucial, porque Costa Rica tiene algo que yo no he visto, por lo menos en Italia, y es que uno siempre tiene la posibilidad de dar más. Si uno quiere, Costa Rica le da esa opción y le da la opción de ser flexible. Le da la opción de que si usted se formó en alguna disciplina de alguna forma también puede desviarse sin que nadie lo critique. Aquí es muy sectorizado, aquí incluso a lo interno de una disciplina cada especialidad tiene una subespecialidad y después pasarse a otras especialidades es imposible. Así que cuando se comienza un camino es dificilísimo devolverse y eso no tiene Costa Rica. En Costa Rica nos enseñan a resolver el problema que se pone al frente, si este es el problema y eso no fue lo que usted estudió, busque cómo solucionarlo pero lo que usted tiene que hacer es llegar a esa solución, no decir “no esto no, porque no fue lo que yo hice”, y eso es algo especial del país.
¿Qué más tiene Costa Rica? Tiene que me ayudó mucho y eso también lo reconozco, desde el principio. Yo tuve la suerte de ser becada desde que estaba en la escuela, porque tenía buenos promedios y por la condición de mi familia, recibía mucha ayuda. Quizá era poco, pero era un símbolo de que si usted hace las cosas con esfuerzo hay alguien que lo está viendo y lo está ayudando. En el colegio y el colegio científico también recibí ayuda, y cuando entré al TEC siempre tuve becas. Cuando me fui de Costa Rica el Conicit y el Micitt me ayudaron con una beca. Igual aquí tuve una beca, pero todo lo que Costa Rica me dio en ese sentido estaba reflejado en un apoyo que es importantísimo.
"Aunque como costarricense sí tengo que decir que la sensación es que es un signo de pregunta. Cuando yo digo que vengo de Costa Rica la gente tiene en mente un país verde, un país que defiende la naturaleza, con mucha apertura al turismo, pero cuando se habla de ciencia hay un signo de pregunta. No porque sea criticado, sino porque ahora me toca a mí demostrar en dónde está la ciencia de Costa Rica".
–– En cuanto a sus bases como científica. ¿Se ha sentido alguna vez desventaja?
–– A veces siento que sí tengo algunas lagunas, pero nunca pensé que fue culpa del TEC. Porque cada camino que uno escoge está determinado por las decisiones personales. En ese sentido, tal vez a veces me doy cuenta de que podría ser mejor en programación comparada con otros ingenieros, pero yo no escogí Biotecnología para programar, entonces si ese es un problema, no es un problema de Biotecnología, es un problema mío. Quizá en redacción, en términos muy generales, pero es que la redacción de un artículo científico no solo tiene ciencia, sino que también tiene historia para tener un impacto. Y si tengo un problema de redacción no creo que sea un problema del TEC y en ese sentido no.
Aunque como costarricense sí tengo que decir que la sensación es que es un signo de pregunta. Cuando yo digo que vengo de Costa Rica la gente tiene en mente un país verde, un país que defiende la naturaleza, con mucha apertura al turismo, pero cuando se habla de ciencia hay un signo de pregunta. No porque sea criticado, sino porque ahora me toca a mí demostrar en dónde está la ciencia de Costa Rica. Eso, hablo por lo menos por Europa, porque en Estados Unidos hay muchos costarricenses que tienen una trayectoría increíble en ciencia y probablemente ahí sean más conocidos.
En este sentido, yo sentía que cada vez que yo decía Costa Rica se me hinchaba el pecho, porque yo decía cualquier cosa que yo diga también representa como país. Nunca fui discriminada, yo puedo decir que nunca he sentido ese tipo de discriminación, pero sí sentía y sigo sintiendo que represento algunos grupos que tradicionalmente no han sido representados en ciencias o como científicos. Típicamente una mujer científica no tiene tanta representación, hasta hace poco la misma Comisión Europea casi que puso una línea diciendo “no podemos seguir dándole la mayor cantidad de estos premios a hombres”, Comenzando por eso, siguiendo por el hecho de que vengo de Costa Rica y tiene un signo de pregunta. Después el hecho de que estudié una materia que no está necesariamente asociada a lo que hago, a neurociencias. Y pasando por el hecho de que yo crecí en una familia de zonas rurales, en una familia que tenía poca educación, mis papás que tenían una educación básica mínima. Entonces, todo eso junto hace que cada vez que yo tenga que presentar en un congreso, que tenga que inscribirme o decir quién soy, lo primero que aparezca es decir yo soy de Costa Rica, yo me gradué en el TEC y de ahí para adelante, digamos tratar de representarme en ese sentido.
–– Ahora que me habla de su familia, me gustaría que me cuente más de su infancia y dónde creció.
Quisiera más bien contar desde el TEC para atrás, porque el TEC, comparado con las otras universidades públicas de Costa Rica, tiene la fama de que tiene gente que se forma muy bien y que sale a trabajar inmediatamente porque sabe lo que tiene que hacer, lo hace bien, porque son difíciles las carreras, porque tiene profesores de muy buena calidad. Y generalmente se dice que la formación humanística es más fuerte en la UNA o la UCR. Pero yo creo que el TEC también tiene sus aspectos que generalmente no son tan destacados o valorados. A mí me tocó o tuve la suerte de compartir con muchos compañeros o colegas de distintos años el periodo de la representación estudiantil en la Federación (de Estudiantes del TEC o Feitec). Eso me dio muchas bases importantes, porque va sacándolo a uno del estudio, ese tipo de actividades, de tratar de organizar actividades culturales o deportivas, de incentivar las necesidades de los estudiantes, de tratar de poner una impresora la sala de cómputo, de que tratábamos de escuchar las necesidades... Eso hace que uno comience a abrir y a ampliar la perspectiva de lo que puede hacer.
Antes que eso, yo tuve la perspectiva de estar en el Colegio Científico en San Carlos, que también fue un acelerador importante para mí, porque era muy demandante para un jovencito, en cualquier situación, el colegio científico requiere mucho más de lo que generalmente uno está acostumbrado Fueron las primeras épocas en que amanecía, donde la palmaba, como después sucedía también en el TEC. Esas experiencias son muy fuertes para un adolescente y yo creo que ayudan muchísimo a decidir cuál es el nivel de sacrificio que uno está dispuesto a dar.
Antes de eso yo estuve en el Liceo de San Carlos, que es un colegio público, uno de los más grandes en Ciudad Quesada. Un colegio que también tenía una formación muy interesante en el sentido de que cuando yo entré a sétimo eran 21 secciones de sétimo, solo para darle una idea de la cantidad de gente. Muchas personas venían de zonas rurales mucho más alejadas de las que yo estaba, porque en la época en la que yo hice el colegio ya vivía en Ciudad Quesada, entonces era un paso adelante comparado a muchos compañeros que hacían sacrificios muy grandes de venir por horas en bus y esas son experiencias que enriquecen muchísimo (...). Mi reto en ese momento era tratar de diversificar, entonces entré en grupos folklóricos, aprendí a tocar marimba, estuve en grupos experimentales, en la banda, en todo ese tipo de cosas que yo siempre los veía como interesantes porque no eran parte de lo que fue mi niñez.
Mi niñez fue entre vacas. yo crecí en una finca y a mucha honra, como sancarleña y sobre todo hija de personas humildes muy trabajadoras, con la idea de que hay que levantarse a las 3:30 de la mañana para ir a recoger a las vacas, con la idea de que eso no es lo más difícil en la vida, que lo más difícil es respetar a Dios y también respetar los valores de la familia y tratar de llevarlos adelante, a pesar de que el trabajo es duro y de que el trabajo es una cosa que hay que agradecer. Yo crecí escuchando eso de mi papá, a pesar de que tenía sus dificultades, tenía que pagar sus deudas, pero él siempre agradecía. Y mi mamá nunca la oí quejarse, ella siempre hizo el trabajo de la casa y nunca se quejó porque tenía que hacer el rol de mamá o el rol de ama de casa. Ese tipo de ejemplos yo creo que valen mucho. Mis hermanos eran y siguen siendo personas muy inteligentes, con muchas capacidades, entonces yo los admiraba muchísimo. (...)
"Mi niñez fue entre vacas. yo crecí en una finca y a mucha honra, como sancarleña y sobre todo hija de personas humildes muy trabajadoras, con la idea de que hay que levantarse a las 3:30 de la mañana para ir a recoger a las vacas, con la idea de que eso no es lo más difícil en la vida, que lo más difícil es respetar a Dios y también respetar los valores de la familia y tratar de llevarlos adelante".
–– Escuchando su historia, me parece que una línea común es que usted es de las personas que le gusta meterse en muchas cosas.
–– Sí, yo tenía a mi mamá que se quejaba de eso porque me decía “es que usted no va a vivir, porque solo vive haciendo cosas”. Ella me decía muy seguido eso, pero es que para mí esa era la satisfacción. La satisfacción más grande era conocer mucha gente, porque yo de cada persona he encontrado algo para crecer. A mi me gusta aprovechar y sacar el máximo, para que haya como un intercambio de sensaciones y conocimientos entre las dos personas.
–– ¿Cómo fue el salto a Europa? ¿Usted pasa a maestría o directo a un doctorado?
–– Directo a doctorado, porque hice los exámenes de admisión de las dos universidades, yo entré al Max Planck y entré a la Sissa (Scuola Internazionale Superiore di Studi Avanzati o Escuela Internacional Superior de Estudios Avanzados), los dos me pidieron exámenes y los dos los pasé. También tuve esa suerte. Luego fue una escogencia muy personal, porque me gustaba más Italia, ya había hecho pasantía en los dos países y el Max Planck es muy muy reconocido, entonces tenía esa ventaja; pero yo, justamente porque creo que la satisfacción personal está en un balance entre la persona y la parte profesional, me decidí por Italia, porque me gustaba más.
Yo pasé directamente del bachillerato al doctorado gracias a que cuando terminé en el TEC, la tesis la hice en la UCR en el Programa de Investigación en Neurociencias, y ahí trabajé con análisis de neurotransmisores, en una muestra de adultos mayores. En ese momento había un estudio internacional y yo participé en la recolección de los datos y en análisis por cromatografía, que esa era la parte que yo hacía como biotecnóloga. Trabajando ahí, me dieron la oportunidad de seguir estudiando y en ese momento yo tenía proyectos con modelos animales, tenían proyectos con niños en las escuelas y en los dos tipos de proyectos me colocaron. Y yo desde el principio dije “lo que quiero es estudiar los bebés” y eso también tiene su historia, de por qué los bebés, por qué la memoria y por qué el cerebro de los bebés. También tiene sus raíces muy personales, desde hace muchísimo tiempo yo sabía que yo quería de alguna forma tratar de abrir esa caja negra, le digo yo, porque incluso nosotros mismos como adultos recordar lo que pasa en nuestras primeras épocas de nuestras vidas es casi que imposible, y es justamente la época en la que los niños aprenden más, sobre todo el lenguaje, y en donde los niños superan a los adultos en las capacidades de aprendizaje. Para mí eso era imposible, yo decía alguien tiene que decirme por qué eso pasa. Y el tema de la genética siempre me resonó muchísimo, yo decía que tiene que haber algo relacionado a la parte biológica, y por eso en parte también escogí Biotecnología, por la fortaleza en investigación y la relación con la biología.
"Justamente porque creo que la satisfacción personal está en un balance entre la persona y la parte profesional, me decidí por Italia, porque me gustaba más".
–– ¿Cómo da el paso a la Universidad de Padua?
–– Yo llegué a Padua después de dos postdoctorados. Terminé el doctorado en la Sissa y después de ahí me ofrecieron viajar a Estados Unidos para hacer un postdoctorado, me habían ofrecido ir a Harvard a hacer un postdoctorado, pero ya tenía al que iba a ser mi esposo después, ya habíamos decidido que nos íbamos a casar. Entonces, el primer postdoctorado lo hice en París y renuncié a esa posibilidad en Harvard. El segundo lo hice en un hospital de rehabilitación en Venecia, entonces tenía esos aspectos que yo no quería dejar de alguna forma y que me abrieron también las puertas, porque no he trabajado siempre solo con niños, justamente ahí trabajé con adultos y con personas que tienen algún problema neurológico y eso me abrió también algunas puertas, para utilizar otras técnicas de imagen cerebral, aprendí muchísimo. Al final, un profesor de la Universidad de Padua de Neurociencias me pidió que me viniera para acá, mi esposo ya también tenía una plaza aquí, así que fue muy fácil acomodarnos, y desde hace cuatro años tengo una plaza fija.
"Decir estar en la Universidad de Harvard quería decir un prestigio increíble, pero decidí no hacerlo porque para mí no se puede seguir adelante si uno tiene ese desbalance en la vida. Personalmente encuentro una satisfacción en el equilibrio".
–– En casi todas las respuestas me menciona a su familia, me gustaría que me cuente más de esa relación entre la carrera científica y la vida personal.
–– Un día de estos estaba haciendo una reseña de apariciones en la prensa que me pidieron, y en una de las primeras entrevistas que me hicieron cuando llegué a Italia leí algo que no me acordaba, y es que me preguntaron “¿cuando usted tenga que escoger entre ser mamá y ser investigadora, cuál va a escoger?” Para mí esa era una de las preguntas más complicadas porque mucha gente cree que cuando uno se dedica a ciencia es porque cerró las puertas a todo lo demás y yo siempre estuve convencida de que quería tener una familia, incluso con el modelo que tuve en mi casa, una familia en la que la mamá estaba presente, la mamá veía crecer a los hijos y hacía los esfuerzos para estar ahí. Eso quiere decir mucho tiempo para los hijos. Me recuerdo cuando me dijeron eso, y en ese momento no respondí, dije que no tendría cómo escoger. Y es que justamente no pude escoger. Para mí, a veces decidir no tener un prestigio porque decir estar en la Universidad de Harvard quería decir un prestigio increíble, pero decidí no hacerlo porque para mí no se puede seguir adelante si uno tiene ese desbalance en la vida. Personalmente encuentro una satisfacción en el equilibrio.