Patricia es una estudiante que, como todos los demás, tuvo que hacer cambios radicales en su vida para poder cumplir con las demandas académicas que le exige su tercer año de carrera en el TEC.
Siempre responsable, sistemática y ordenada, a Patri le resultó muy frustrante perder su primer curso en la U porque no logró ajustarse rápidamente a la nueva realidad pandémica. La angustia de tener familiares cercanos con COVID-19 y la caída abrupta de los ingresos familiares desplazaron al estudio de sus prioridades.
Ahora, sobrelleva con más calma el tema del virus que está atacando al mundo entero, sin dejar de tomar todas las medidas sanitarias recomendadas. Sin embargo, ya está cansada. Pasar la mayor parte del día frente a la “compu” y al celular la tiene agotada. Las clases sincrónicas, las consultas a la biblioteca, las reuniones con los “compas”, las investigaciones y hasta los ratos de ocio están mediatizados por la pantalla de su ordenador.
Pero, ¿qué digo? Su computadora no es solo de ella. Es un equipo que debe compartir con su hermano colegial y con quien ha sostenido ni pocas ni corteses discusiones por el uso del único medio que tienen para cumplir con sus deberes.
Como si fuera poco, la pandemia también le pasó factura a su relación sentimental y puso fin a un noviazgo de 2 años, con el agravante de que, desde la virtualidad, le será mucho más difícil entablar un nuevo vínculo amoroso.
Recurrentemente, Patri ha tenido la pesadilla de estarse ahogando, sueña que le falta el oxígeno, no por la enfermedad de moda, sino por una suerte de mascarilla asesina que, de pronto, se pega a su cara y no le permite respirar.
Esta experiencia la ha despertado de madrugada en varias ocasiones y le ahuyenta el sueño. Son las horas en las que le da por recordar a sus abuelos, a quienes no abraza desde hace año y medio. Son los momentos en los que más extraña el contacto personal con sus mejores amigas. Son los instantes en los que repasa todas aquellas obligaciones a las que tendrá que hacer frente apenas suene el despertador.
Sin embargo, no siempre suena, porque Patri no logra conciliar el sueño de nuevo y le gana la carrera a la alarma. Con cada amanecer aumenta su frustración. Cada mañana siente que sus proyectos de vida se esfuman, la desesperanza la embarga y está harta del encierro, de las peleas con su hermano y de la presión de sentirse obligada a colaborar con las tareas de la casa en su tiempo de estudio.
A veces tiene ganas de “tirar el tapón” y salir corriendo. Pero, ¿para dónde? ¡Todo el mundo está igual o peor! En otras ocasiones ha pensado en dejar botados sus estudios para trabajar en un call center y colaborar con la economía familiar. Pero, también ha pasado por su mente que una vida así no tiene sentido ni vale la pena vivirla.
¿Qué puede hacer Patri para sobrellevar esta coyuntura sin renunciar a sus sueños? Darlen Blanco Benamburg, psicóloga del Campus Tecnológico Local San José [2], brinda algunos consejos para enfrentar esta realidad que Patri comparte con miles de estudiantes universitarios.
Probablemente muchos podemos sentirnos identificados con lo que nos plantea el caso de Patricia. Este caso pone de manifiesto el impacto que ha tenido la pandemia por el COVID-19 sobre nuestras vidas, demandando una serie de cambios para adaptarnos y poder sobrevivir. En poco tiempo hemos visto alteradas nuestras rutinas, la forma como realizamos las cosas y socializamos con los demás, así como la posibilidad de tener bajo control algunas cosas.
Muchos jóvenes tuvieron que iniciar su carrera universitaria de una manera totalmente diferente a la que habían soñado. Para ellos ha sido un reto adaptarse a la vida universitaria y hacerlo de manera virtual. Otros, como Patri, están terminando su carrera de una forma que no imaginaban. Las afectaciones de la pandemia en diferentes ámbitos, como el económico, social, familiar, laboral, recreativo, etc., son una realidad. Pero, es importante ver esta realidad como algo que puede cambiar. Las condiciones son transitorias. Si confiamos en la capacidad para afrontarlas, es muy probable que tomemos acciones que nos ayuden a superar la adversidad.