Por su parte, los investigadores impartieron cursos de botánica en tres comunidades del territorio indígena bribri (Amubri, Shuabb y Kéköldi) y en dos comunidades del territorio indígena cabécar (El Progreso y San Vicente).
“Se incorporaron técnicas de aprendizaje activo como medio para preservar y documentar el conocimiento ancestral de las comunidades sobre las especies arbóreas locales”, expresó Quesada.
Además, acota que las actividades de aprendizaje fueron colaborativas y se dieron discusiones sobre la caligrafía del nombre común de las especies en la respectiva lengua indígena.
"Esta dinámica originó que se pusieran en práctica los conocimientos adquiridos, ya que tenían que describir de manera botánica cada especie para poderla identificar y llegar a un consenso sobre el nombre en la lengua indígena respectiva”, aseveró Quesada.
Aunado a ello, los habitantes indígenas que participaron en las capacitaciones del proyecto aumentaron de manera significativa el conocimiento de las especies de árboles de sus comunidades, al unir el conocimiento propio con lo aprendido en las capacitaciones.
“De esta manera, se logró una integración de un conocimiento ancestral de la cosmovisión de los árboles con el científico, que les permite atender de una manera más integral a los visitantes que llegan a sus territorios”, afirmó el coordinador del proyecto.
Por otro lado, Rafael Uva Ríos, guardarrecursos en la comunidad El Progreso, dijo que gracias a lo aprendido obtuvo su trabajo.
“Me siento muy agradecido con los investigadores del TEC porque, gracias a sus enseñanzas, logré obtener mi trabajo como guardarrecursos. Realmente, ha sido un gran beneficio para mí y mi familia”, dijo Rafael Uva.
Impacto positivo
Según el máster Francisco Monge, integrante del proyecto, este tipo de iniciativas de extensión en comunidades indígenas posiciona al TEC como una institución universitaria que se vincula y atiende las necesidades de las poblaciones, en este caso las comunidades indígenas; y les provee de forma participativa los conocimientos técnicos y humanísticos para una mejor calidad de vida.
“Es una situación muy recíproca, ya que nosotros, como profesionales, también nos beneficiamos de sus conocimientos ancestrales, lo que implica un mayor respeto por su cultura y acciones”, reveló Monge.
Además, manifiesta que los habitantes de estas comunidades tienen la oportunidad de vincularse más con la academia. “Como es sabido, hasta ingresan a nuestra institución como estudiantes regulares, gracias a la oportunidad que nos brinda la institución en la formulación y desarrollo de proyectos de extensión universitaria”, concluyó Francisco Monge.