Mediante dos foros realizados de forma virtual, con la presencia de representantes de las cinco universidades públicas que conforman el Consejo Nacional de Rectores (Conare [2]), se discutió y presentaron distintas afectaciones que el proyecto de ley de empleo público tendría para la educación superior.
“Queremos abordar con una amplitud crítica, un proyecto de ley que, sin duda, para las universidades en particular es una afrenta directa a su autonomía y sobre todo en el rumbo y concepción de la universidad pública que se ha desarrollado en los últimos 70 años”, señaló el presidente del Conare y rector de la Universidad de Nacional, Francisco González Alvarado.
El proyecto con el expediente 21.336: Ley Marco de Empleo Público [3], nació, por iniciativa del Poder Ejecutivo, en abril de 2019 y fue renovado con un nuevo texto en mayo de 2020. Se encuentra actualmente en discusión en la Comisión de Gobierno y Administración, de la Asamblea Legislativa.
En el país, unas 270.000 personas son funcionarios públicos (14% de la fuerza de trabajo), según datos de la Encuesta Nacional de Hogares del 2020), por lo que el proyecto propone justamente regular de forma general la relación entre Estado y estos funcionarios.
La iniciativa propuesta en el texto de ley establece un régimen único de empleo público, conformado por ocho familias de puestos para toda la administración. Cada familia de puestos le aplicaría un salario global, según el puesto correspondiente.
Sin embargo, en el contexto de las universidades públicas han surgido diversos cuestionamientos a esta propuesta, en distintas dimensiones. Una de estas –expuesta justamente en los foros de Conare–, es la rectoría que tendría la Dirección General del Servicio Civil o el MidePlan en las contrataciones y todo lo relacionado con empleo público, ya que esto violentaría el proceso de contratación desarrollado en las universidades, donde se busca a perfiles específicos que algunas veces requieren las facultades y centros de investigación.
Complementariamente a estos foros, Conare expusó su posición en un comunicado [4], en el que destaca diversas contradicciones de fondo en este proyecto, como el desarrollo de competencias y habilidades, oportunidades de mejora para el empleado público, condiciones de empleo transparente y la retención del personal calificado que la academia requiere.