El sistema tradicional de salud está planteado linealmente, de manera que el paciente busca atención cuando tiene un padecimiento y es diagnosticado, a menudo tardíamente. Luego, recibe tratamiento estándar, generalizado de acuerdo con su enfermedad, y con acceso limitado. Finalmente, se cure o no, se le deja de dar seguimiento.

Para la doctora Horsburgh, el siguiente paso dentro de la medicina personalizada es cambiar a un esquema circular, de atención continua, con mayor prevención y seguimiento constante.     

“Dentro de la medicina personalizada queremos que, a través de datos y conocimiento, el abordaje al paciente sea un continuo de cuidado, donde el diagnóstico sea precoz y, por qué no, hasta preventivo”, destaca la médica. 

El siguiente paso es que la atención supere a la enfermedad, y se mantenga constante, tanto para obtener mejores datos de cómo reaccionó el paciente al tratamiento, como para verificar que se curó y prevenir futuros males.

Así resume Horsburgh el sistema de salud ideal: “Que cuando se detecte algo el plan de cuidado sea personalizado, cuando el paciente necesite una intervención la tenga sin problemas, sin demoras en el acceso. Y una vez que se supera el episodio, se mantiene el seguimiento al paciente, por medio de dispositivos, de telemedicina o de lo que sea, pero que no salga, que no se pierda, para prevenir futuros episodios y poder intervenir de forma oportuna”, complementa la doctora.

Todo esto suena idílico, mas es el camino que ya están tomando los sistemas de salud alrededor del mundo. El Expediente Digital Único en Salud [5], es el paso decisivo que tomó en esta vía la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

Además de mejorar la atención, este sistema de atención circular que propone la medicina personalizada tiene grandes poderes preventivos y, por lo tanto, de reducción de costos para las instituciones de salud. Según Horsburgh, más de una tercera parte de los gastos en salud en el mundo se desperdician, ya sea por repetir exámenes, errores médicos o fallas en la coordinación. 

“Es necesario trabajar todos juntos porque esto no es algo que va a lograr solo el gobierno, o solo las instituciones o solo la farmacéutica, o solo los pacientes... Todos tienen que aliarse y trabajar juntos de forma colaborativa”, enfatiza Horsburgh.

Está claro que la medicina personalizada va mucho más allá de lo que médicos o tomadores de decisiones en sistemas de salud puedan hacer. Para que crezca es necesario desarrollar un entorno de investigación, multidisciplinario e innovador. 

“El TEC ha venido colaborando hace ya un buen tiempo en el área de salud, y ha incorporado este aspecto como un eje transversal de su quehacer. La Escuela de Biología, a través de su Centro de Investigación en Biotecnología, dedica un área específica al estudio de aplicaciones biomédicas, principalmente estrategias de ingeniería de tejidos, estudios de biofuncionalidad, producción y estudio de moléculas reguladoras humanas, entre otros aspectos.

“Adicionalmente, en 2014 se creó el Programa de Investigación en BioIngeniería (PIB). Como indica su nombre, el PIB es un programa de investigación multidisciplinario donde expertos del TEC en temas de mecatrónica, electrónica, química, ciencia e ingeniería de los materiales, seguridad e higiene ocupacional, producción industrial y, por supuesto, los expertos en aplicaciones biomédicas, se unen para brindar opciones novedosas que mejoren la calidad de vida de las personas”, argumenta la Dra. Carolina Centeno Cerdas, docente e investigadora de la carrera de Ingeniería en Biotecnología y una de las propulsoras del convenio con Roche.

Desde su Eje Estratégico de Salud, el TEC ya venía desarrollando investigaciones en esta área, con ejemplos tan variados como el uso de inteligencia artificial para identificar trastornos de crecimiento utilizando imágenes de radiografías [6], el diseño de prototipos de bombas de sangre [7] o el estudio de las propiedades anticancerígenas en frutas y plantas [8].

Asimismo la serie de investigaciones y desarrollos que se han hecho para colaborar ante la pandemia ocasionada por la COVID-19, como la cámara para desinfectar mascarillas N95 [9], la cápsula de aislamiento de pacientes [10] o respiradores artificiales [11], entre otros.  
 

La medicina personalizada es, a final de cuentas, la aplicación de la tecnología de punta, en todos los ámbitos, para mejorar la atención de cada paciente y la salud de la sociedad como un todo.

Con exportaciones por $3.699 millones el año pasado, la manufactura de equipo de precisión y médico ya es el principal sector exportador de bienes en el país, con el 32% de las exportaciones de 2019, según Procomer. Costa Rica es el segundo mayor exportador de dispositivos médicos en América Latina.

Lo que sigue es concretar el crecimiento de actividades de Investigación y Desarrollo (I+D), para seguir potenciando el empleo (ya hay cerca de 30.000 personas trabajando en este sector) y ofrecer expectativas reales al talento costarricense.

“La formación de profesionales en investigación es, realmente, el futuro de cualquier país, a mediano y a largo plazo, todos los países van a avanzar mucho más lejos si son países que están innovando en estas áreas. Debemos formar a nuestras generaciones futuras para que podamos ser pioneros y relevantes, en relación con el resto del mundo”, afirmó el Dr. Christian Marín Müller, fundador y CEO de la empresa Speratum.

Para Marín, Costa Rica tiene todas las características para convertirse en un hub o centro de I+D en el área de biomedicina, como profesionales de alto calibre, universidades con reconocimiento internacional y programas innovadores. 

Una opinión similar expresa la Dra. Laura Calvo Castro, coordinadora del Centro de Investigación en Biotecnología del TEC, para quien “Costa Rica tiene la ventaja de contar con recurso humano altamente especializado y de máxima calidad en las áreas relacionadas con ciencias biológicas y ciencias de la salud”.

“Sin embargo, las investigaciones clínicas en Costa Rica se han visto limitadas al enfoque observacional y a la evaluación de fármacos y terapias importadas. Por otro lado, existe una amplia trayectoria de innovaciones con potencial biomédico, principalmente en las universidades estatales. El gran reto consiste en llevar la innovación científica y tecnológica desarrollada en el país a la práctica clínica, al mercado doméstico, al consumidor local e internacional. Para ello, necesitamos más sinergias con la industria, para traducir la innovación en nuevos productos, que pueden llegar a ser altamente rentables”, comenta la Dra. Calvo.

Para Álvaro Soto, gerente general de Roche para Centro América y el Caribe, establecer a Costa Rica como un hub de investigación “le daría acceso a esas terapias de innovación, esas terapias de avanzada, a los pacientes costarricenses, muchos años antes de lo que hoy sucede. Esos son beneficios que vendrían a darle una robustez mayor a un sistema de salud que ya de por sí se reconoce como muy sólido”.