La visión antropocéntrica ha concebido históricamente al animal como instrumento para su beneficio. Diferentes especies de animales han participado de gestas humanas de forma cruel: guerras de poder, trabajo brutal, espectáculos públicos sangrientos, etc.
Nuestra racionalidad dominante y desmedida en contra de los animales nos impulsa a condicionar sus vidas, a someterlos a nuestra voluntad. Dentro de este amplio coctel de instrumentalización animal, no puede silenciarse la explotación sexual de la que son objeto por parte de seres humanos lisiados.
Ahora, ¿qué es bienestar animal? El concepto de bienestar animal que sostiene esta racionalidad dominante es instrumental, a diferencia de un enfoque de bienestar animal intrínseco.
El bienestar instrumental es la protección hacia los animales en la medida en que resulta de beneficio inmediato para un fin humano. Es lo que Bekoff y Pierce (2018) llaman “el bienestarismo animal”. El bienestar propio de los animales, no importa. Es un tipo de bienestar perverso que solo encuentra justificación ética en una lógica especista. Ejemplo de esto es la experimentación científica con animales.
En el medio costarricense, algunos investigadores ofrecen ciertos argumentos éticos para justificar la experimentación científica con animales. Señalan que los animales son de gran provecho para el avance científico en el campo de la salud. Son instrumentos heurísticos en los procesos de investigación. Y como los animales de investigación son de provecho humano, entonces se deben tomar medidas para disminuirles el dolor y el estrés, con el fin de garantizar su bienestar. Por tanto, pese al sufrimiento y muerte a la que se exponen, experimentar con animales es moralmente correcto siempre que su uso justifique la calidad de vida humana.
Esta visión instrumental incurre en falacias éticas en su argumentación, pero son parte de una ética utilitarista imperante. Se intenta justificar éticamente la experimentación con animales si beneficia al ser humano, como si este tuviese un valor moral superior. El valor intrínseco del animal es violentado por una racionalidad dominante que lo somete por poder.
En cuanto a las ilusiones filosóficas de la bioética, su alcance queda restringido al ámbito biomédico. Su función se relega a una actividad rutinaria de evaluar protocolos de investigación bajo un principialismo mecánico.
Dentro de la institución pública, la bioética sirve para justificar un estatus universitario. La bioética se convierte en una especulación académica para ganar puntos o dietas en orden a escalonar salarialmente, pero no en una herramienta interdisciplinar para generar cambios en las lógicas de producción social.
La bioética podría tener otros usos en orden a mejorar la convivencia planetaria. La formación en bioética podría utilizarse para generar un cierto pensamiento cooperativo multidisciplinario que permita el trabajo en equipo para gestionar cambios en las formas de razonamiento humano acerca de muchos temas de urgencia social. Nunca en un discurso académico, historicista e infecundo, que solo aspira a la cátedra universitaria.
Ampliar el horizonte especulativo en bioética implica sacarla de su rol burocrático, de simple instrumento protocolar. Pero también se debe ir más allá de la visión antropocéntrica de considerar que la bioética global debe colocar al sujeto real en el centro de la reflexión moral (Capó, 2016). Existen otros sujetos que también deben ser parte de esta globalidad reflexiva, como el problema social del maltrato hacia los animales a nivel mundial. Los animales no humanos son simples víctimas pasivas ante una racionalidad dominante y logocéntrica que los somete, que los castiga, que los asesina. La indefensión es su destino.
La divulgación fundamentada es una actividad educativa que implica desplegar habilidades cognitivas para alfabetizar con rigurosidad sobre temas complejos. Es una actitud didáctica que debemos asumir los profesionales ante la sociedad para ofrecer una forma de inteligencia reflexiva que oriente hacia nuevos paradigmas de pensamiento y convivencia planetaria.
La alianza entre bioética y educación pueden jugar un rol importante en la divulgación de una cultura del bienestar animal. Enfrentar una problemática social no es asunto de una única profesión. La separación de conocimientos en pequeñas islas racionales es un error cognitivo. Pero este aislamiento intelectual es lo que promueve nuestra cultura mundial.
*La Oficina de Comunicación y Mercadeo, ni el Tecnológico de Costa Rica (TEC) toma como suyas las opiniones vertidas en esta sección.