Lo que antes era una ladera imposible de transitar, llena de monte y con una malla que dividía a dos comunidades, se transformó en un espacio lleno de color, abierto, limpio y que invita a caminar por sus senderos. Se trata del parque infantil del polideportivo de Barrio Aranjuez, en San José y sus alrededores, que alcanzan el túnel ferroviario que atraviesa la ruta 108, entre San Francisco y Guadalupe de Goicoechea.
Esta intervención urbana es el resultado del proyecto FUNdaMENTAL Design Build que procura mejorar espacios públicos de manera táctica y que se realizó por primera vez en el país. Durante tres meses, un grupo de 10 arquitectos y estudiantes de arquitectura de diversos países trabajaron de la mano con el TEC [2], con las comunidades del sector y otras organizaciones para transformar esta zona de juegos infantiles en un lugar más atractivo y seguro.
Gabriel Toribio, vecino del lugar, manifestó sentirse alegre de ver el lugar restaurado después de muchos años de descuido. “Esto beneficia sobre todo a los niños y le da un realce visual muy diferente al que tenía antes. Creo que esta es una buena iniciativa para que otras municipalidades tomen el ejemplo para llevarlo a sus comunidades”, agregó.
Por su parte, Inés Guzmán, arquitecta del Taller Ken, organizador del proyecto, destacó la integración entre los vecinos, la policía, diversas organizaciones, voluntarios y el Tecnológico para finalizar con éxito la actividad. También explicó que el Taller FUNdaMENTAL obedece su nombre a que se trabaja a partir de lo que puedan hacer con sus propias manos y a partir de donaciones y material de reciclaje o que esté disponible en el lugar. “Es regresar a los fundamentos de todo, a la manera como se hacen las cosas desde cero, desde proyectar una idea, promoverla y ejecutarla. Destacamos las palabras “FUN” y “MENTAL” porque se estimula el pensamiento creativo, pero con diversión”, manifestó.
El TEC facilitó sus instalaciones en el Campus Tecnológico San José [3], en Barrio Amón, para que el grupo internacional sostuviera sus primeras reuniones. Asimismo, cinco estudiantes de la carrera de Arquitectura y Urbanismo acompañaron al grupo en todo momento y colaboraron en todas las etapas del proyecto, desde su diseño y producción de materiales hasta la remoción de tierra y trabajos de pintura. “Ellos nos facilitaron la interacción con la comunidad porque solo una participante hablaba español. Entonces, nos ayudaron a traducir no solo el idioma sino también la visión externa en una visión local”, añadió Guzmán.