Más que un factor diferenciador, las habilidades blandas o soft skills se están convirtiendo en un criterio definitorio para las empresas al momento de contratar nuevo personal.
Trabajar en equipo, manejar la presión, cuidar la salud y agregar creatividad al trabajo cotidiano son solo algunas de las habilidades que los empleadores miden para contratar nuevos profesionales. Esto especialmente en las áreas de alta tecnología, donde es el elemento humano el que diferencia y potencia la innovación y el desarrollo.
“Conforme avanza la tecnología, también el mercado laboral apuesta por profesionales más capacitados en sus áreas, así como en su capacidad para liderar, para resolver problemas, para negociar, para motivar al equipo, para comunicarse. Todos son ejemplos de habilidades blandas, cualidades que convierten a las personas en colaboradores más integrales y preparados. Son herramientas que todos podemos desarrollar o fortalecer y que ponemos en práctica en nuestro día a día”, comenta Vanessa Gibson, gerente de Clima de Inversión de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde) [2].
En la Escuela de Ingeniería en Computación [3] del Tecnológico de Costa Rica (TEC) [4] saben de esto, y por eso desde hace un par de años trabajan en desarrollar un programa que permite acercar a los estudiantes de una forma sistemática a este tipo de enseñanzas.
El resultado es el programa “Rumbo al 360º”, en el que un grupo de alumnos de Ingeniería en Computación participan durante este semestre en actividades y charlas enfocadas en incentivar el desarrollo de estas habilidades blandas.
“La persona no puede ser socialmente funcional si personalmente no se conoce, no se desenvuelve, no se desarrolla. Entonces el plan 360º se ha enfocado en lo que son las aptitudes personales, como una forma de despertar la iniciativa de los estudiantes en el desarrollo de sus habilidades blandas”, explica Laura Coto, docente de Computación encargada de promover este tema en la Escuela.
El pasado 6 de noviembre se realizó la graduación de la primera generación de este programa. En medio de sonrisas y bromas, los estudiantes de Computación contaron a sus tutores del efecto que estas charlas, no solo pensando en su futuro sino en su realidad actual y en su vida académica:
“Es romper los esquemas totalmente. Yo llevo tres años aquí en el TEC y la verdad que (la experiencia con Rumbo al 360º) ha sido totalmente diferente. Me he sentido mucho más libre, me he sentido tranquilo, he podido llevar la carga académica excelente”, comentó Sebastián Salas.