La excelencia académica y dedicación que pide a sus alumnos el Tecnológico de Costa Rica (TEC) [2] funcionaron siempre como motivación para el hoy ingeniero Jhonnson Badilla Solís.
El pasado 7 de septiembre se realizó en la Sede Central de Cartago, el acto de graduación número 265 y fue ahí donde conocimos junto a su familia, a este joven de 28 años. El -en ese momento- graduando de la carrera de Licenciatura en Producción Industrial, es un vivo ejemplo de que no existen barreras para conseguir ser un profesional con el sello TEC.
Oriundo de Platanares de Pérez Zeledón, Badilla hizo sus maletas hacia Cartago e ingresó a la Institución en 2010 a la carrera de Ingeniería Electrónica. Desde ese momento y hasta 2012, las cosas marcharon bien para él, quien alquilaba para vivir y además costeaba sus estudios por medio de una beca préstamo que le fue brindada por el TEC y el aporte económico de sus padres.
No obstante, con la llegada de 2013 un problema financiero familiar hizo que su padre perdiera muchos bienes, entre ellos la finca agrícola que era el espacio que permitía la subsistencia de los Badilla Solís. Esa fue la primera piedra en el zapato para el estudiante. “Con esa situación, estar en Cartago se volvió insostenible económicamente. Además, mi rendimiento académico se vio afectado porque yo solamente pensaba en el problema de la familia”, comentó.
A pesar de todo el apoyo que recibía de la Institución por medio de la beca y el acompañamiento siempre brindado por sus profesionales, pudo más la preocupación y el deseo de volver a su tierra para ayudar a su familia y en 2014, dejó el Tecnológico para irse a trabajar en el campo en su pueblo natal. Esto representó un duro golpe anímico para un joven que siempre fue destacado en sus notas durante su etapa colegial y que iba por el mismo camino en su educación universitaria.
Más de 365 días pasaron para que un cierto nivel de estabilidad volviera a la familia y el protagonista de esta historia retomara sus estudios. Fue un año 2015 complicado para él, pero el apoyo económico que le brindó un familiar le permitió completarlo; esta vez en su nueva carrera: Ingeniería en Producción Industrial. [3] “El tiempo que estuve trabajando sin estudiar, me sirvió para pensar en que podría tener más oportunidades laborales si cambiaba de carrera y por eso cuando pude volver a las aulas, elegí Producción Industrial”.
Para ese momento, la tranquilidad volvió a la vida de Jhonnson. Gracias a sus excelentes notas, consiguió que en 2016 el Departamento de Trabajo Social y Salud del TEC le apoyara con una beca completa Mauricio Campos, beneficio que le permitió estudiar en paz y subir aún más sus promedios. “Tuve acceso a libros, alimentación, servicios de salud y otras herramientas que definitivamente me subieron la motivación”, aseguró.
Sin embargo, el más duro de los retos vendría para su vida. En la etapa media del primer semestre de ese bien iniciado 2016, una dolencia comenzó a preocuparlo. Tras consultar en la Clínica de Salud Integral de la Institución, le fueron ordenados exámenes más rigurosos para confirmar las tristes sospechas: un cáncer iniciaba a gestarse en su cuerpo.
Apenas a sus 26 años y con una enorme desilusión combinada con preocupación, Badilla debía prepararse para abandonar nuevamente las aulas y enfrentar su incierto panorama: una cirugía urgente, recuperación y sesiones de quimioterapia que lo esperaban.