Las características que ha logrado la introducción de los videojuegos en la educación ha propuesto un nuevo panorama de posibilidades del verdadero potencial que tiene este recurso en el proceso de aprendizaje.
A pesar de que inicialmente se pensaba de que los juegos eran una amenaza a la parte académica, hoy en día se distinguen con más claridad las oportunidades que tienen como aliados en el proceso educativo. Así lo demuestra un aumento en las opciones que surjen precisamente con dos objetivos: enseñar y entretener.
El término acuñado para este proceso ha sido denominado como la gamificación, el cual distingue la capacidad de implementar estrategias didácticas, herramientas y tecnologías para motivar e involucrar a los alumnos en su proceso de aprendizaje, sin dejar de lado que el accionar de los videojuegos tradicionales, permite asimismo desarrollar otras capacidades como la toma de decisiones, trabajo en equipo, curiosidad, el espíritu investigativo, así como de coadyuvar en la atención y autocontrol de sus participantes.
Una de las opciones más populares es Minecraft, plataforma que marca un mundo infinito de construcción a partir de bloques (con similitud a los LEGO®) y una combinación de elementos en dos modos: supervivencia o creativo. Este juego ha logrado transformarse en una de las opciones que ha marcado más claramente las oportunidades en el ámbito educativo
A partir de esto, precisamente la compañia Mojang lanzó una versión educativa (MinecraftEdu) misma que es hoy aliada en los salones de clase, gracias a funcionalidades específicas para los docentes como pizarras enormes para escribir, personajes personalizables que despliegan información o facilidad para crear partidas locales con un objetivo específico.
Otra de las opciones que permiten potenciar el aprendizaje a través del juego es Kodu; aplicación que permite crear un videojuego propio, además de poder jugar con los que vienen ya instalados. Kodu apunta a enseñar a los niños en edad preescolar sobre la creación de videojuegos y programación, de una manera divertida sin necesariamente conocer ni aprender lenguajes de programación.