Más allá de las acciones que pueden suceder en etapas tempranas de la edad, el bullying es uno de los fenómenos sociales que impacta en diversas etapas de la vida. Datos expuestos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ponen a Costa Rica en el segundo puesto en Latinoamérica en bullying escolar, con casi un 11% de niños que afirmaron sufrirlo según el informe PISA realizado en el 2015 [2] por este organismo.
El fenómeno no se queda a nivel escolar y abarca otros contextos, entre estos el universitario, además tiene diversos tipos de accionar así como una variedad de efectos para quienes lo sufren. Una investigación realizada en 2014 por King’s College London, descubrió inclusive que los efectos psicológicos negativos que sufren las personas con bullying permanecen durante 40 años después de haber sido víctima de acoso.
Entre los tipos de bullying más comunes está el de agresión verbal, el cual según la psicóloga Sonia Chinchilla del Departamento de Orientación y Psicología del TEC, ha llegado a tener en la cultura costarricense, una normalización sistemática de muchas de las acciones que se presentan. Chinchilla destaca en especial el tratamiento dado entre hombres costarricenses, donde se da este tipo de hechos con frecuencia, lo que ha generado una minimización en los efectos en este tipo de comportamiento.
Para la psicóloga, producto de éste y en general otros tipos de bullying, hay una serie de efectos tanto personales como de interacción social y académicos que según destaca, conlleva inclusive a omitir la asistencia a clases así como a otros eventos de relevancia para la vida social.