Los efectos de una particular e histórica elección para el nuevo Presidente del país ha logrado una vez más que gracias a este importante proceso democrático, los ciudadanos puedan poner “las barbas en remojo” en un contexto que ha llegado a encender las pasiones religiosas más allá de las racionales de un país.
Las consecuencias parece no dejarán de aparecer en poco tiempo. Muestra de esto se da en nuestra Comunidad Institucional gracias a una exposición artística que parece ha generado un interés particular en discutir sobre una imagen que para algunos en apariencia es lesionante, sobre el trasfondo de una perspectiva universitaria y país que parece desvanecerse en mensajes de ira por ofensas a creencias religiosas.
La exposición de la Escuela de Cultura y Deporte parece ha encendido una fuerte, pero a la vez volátil perspectiva del ejercicio académico para entremezclarse con dos de los temas más sensibles para el costarricense actualmente: la religión y política.
La discusión parece ha posicionado sus fundamentos religiosos por encima de los objetivos que tiene una Institución de Enseñanza Superior. Al parecer algunos miembros de la comunidad académica han olvidado la formación integral que brinda esta casa de estudios en áreas medulares como lo son el deporte, el arte y la cultura, entre otros tópicos, donde la necesidad de un pensamiento crítico está siempre presente.
La libertad de expresión y “conciencia lúcida” que una universidad representa para la sociedad, como un espacio donde el pensamiento crítico sea el eje central, parece quedó atrás para quien con una voz digital pide censurar el arte y las expresiones estudiantiles propias de una casa de estudios con casi cinco décadas de existencia.
La construcción social realizada a partir de una imagen con connotaciones católico-políticas, un titular y una descripción que marca cómo los textos son cada día menos leídos, ha demostrado que la capacidad de “berreo” ha calado más allá del análisis objetivo y discusión que tiene una Universidad con el peso del TEC.
Las limitaciones de expresiones artísticas y en general de cualquier tipo de expresión debe ser cada día menor, no sólo en el TEC, sino a nivel país, de manera tal que el fortalecimiento integral a los derechos humanos sea una práctica en constante reflexión y mejora tanto en nuestro ámbito académico como en el accionar social.
El traslape entre el ámbito político y religioso, genera una vez más la necesidad de tener un Estado Laico, que marque en definitivo los límites de cada una de las creencias y criterios que rodean a estos contextos. Sin embargo, la instauración de un Estado Laico no exime entender que lo políticamente incorrecto está en que nosotros como ciudadanos descarguemos la responsabilidad y futuro de un país en el nuevo presidente y Gobierno, y no en las acciones de construcción social y aporte de cada uno. Lo políticamente incorrecto está en criticar y no ayudar para un mejor país, así como no ser partícipe de discusiones y acciones que en lugar de destruir y separar, sean el vínculo para el desarrollo del país.
La susceptibilidad y apertura para entender nuevas propuestas, enfoques y pensamientos más abiertos, de la mano de un entendimiento del papel universitario en la sociedad, es parte de la construcción que debe fortalecer la comunidad TEC y ser una vez más ejemplo para todo el país.