Uno de los procedimientos médicos más relevantes en la historia del país ocurrió en este 2018, con el Hospital Nacional de Niños (HNN) como escenario y dos pequeños cartagineses como protagonistas. Estos infantes, unidos por su cabeza, se enfrentaron a una de las luchas más importantes en su corta vida.
Estos ex-siameses, quienes estaban unidos por su cabeza, tenían características particulares –como el no compartír cerebro ni cerebelo, pero sí arterias y venas, así como tejido nervioso que conectaba los hemisferios (derecho e izquierdo)– que permitieron que los doctores tomarán la decisión de realizar el procedimiento quirúrgico.
La mística de un grupo especializado de médicos, cirujanos, enfermeros, entre otro personal de apoyo, se enfrentaron en la sala de operaciones a un reto médico así como a un reto humano: separar a Ezequiel y Samuel mediante un procedimiento que de antemano tenía un pronóstico reservado, pero con grandes expectativas.
A pesar de que esta no es la primera cirugía de separación de siameses que se hace en el país, las particularidades de este proceso conllevaron una planeación detallada de cada una de las etapas previas y propias del procedimiento, donde la relevancia científica médica fue protagonista.
Entre las etapas previas estuvo la colocación de unos expansores de piel en la cabeza de cada uno de los niños. Los mismos fueron removidos en el procedimiento principal, con el fin de que una vez divididos los niños, los tejidos adicionales pudieran ser extendidos hacia el resto de la cabeza de cada uno de los infantes.
Sin embargo, esto no representó un riesgo mayor en comparación con el procedimiento y la pérdida de sangre en una zona tan sensible como lo es la cabeza.
Durante las 20 horas que duró la intervención, hubo episodios donde la pérdida de fluido era muy alto, lo que fue uno de los mayores retos al ser este un factor que comprometía seriamente la vida de Samuel y Ezequiel.