- Carlos Rodríguez, ganador por el TEC del Premio Rubén Darío a la excelencia académica, cuenta su fórmula para ser un alumno ejemplar.
Desde el colegio, Carlos Rodríguez quería ser ingeniero electrónico y fue por ahí de su segundo año en el TEC [2]que decidió tomar las cosas aún más en serio: si tanto le apasionaba su carrera, estaba convencido de sacarle el mayor provecho posible a su formación.
Las madrugadas de esfuerzo y sacrificio fueron con ese afán, el de aprender; mas tuvieron un efecto colateral: lo llevaron, casi sin querer, a la más grata sorpresa de su vida académica.
Este joven de 22 años, vecino de Tres Ríos y quien cursa el quinto año de Ingeniería Electrónica, no se lo creía cuando la vicerrectora de Vida Estudiantil [3], Dra. Claudia Madrizova, lo llamó una tarde para avisarle que había sido reconocido con el premio Rubén Darío a la Excelencia Académica, como el mejor alumno del Tecnológico de Costa Rica.
“No me lo esperaba, porque sí, yo llevo buenas notas y nunca me he quedado, pero nunca pensé que fuera el mejor promedio de todo el TEC. Pero todo tiene su esfuerzo”, comentó Rodríguez, quien confesó que debió preguntarle varias veces a Madrizova, antes de creérselo.
Lo siguiente fue lo normal que le pasaría a cualquier joven costarricense. A su mamá también le costó creerlo, pero el llanto de alegría no aguardó. La novia, orgullosísima. Y los amigos, son los amigos... Tenían que bromear –contó Rodríguez– con apodos de “nerd” o “sapo”, antes de reconocerle que se trata de un premio merecido y felicitarlo a más no poder.
Precisamente, explica Carlos, ese apoyo de sus personas queridas es la fórmula del éxito académico: “Uno no va a andar en fiestas y de vago, porque eso no funciona. Tampoco estar metido en la biblioteca día y noche. Hay que tener un equilibrio con familia y amigos. Pienso que así se logran las buenas cosas”.
Es una receta útil, con buenos resultados. Lo constata Johan Carvajal, profesor de Ingeniería Electrónica.
“Carlos, a pesar de ser un poco reservado, era muy social. Organizaba partidos de fútbol con los colegas. Yo algunas veces pude tomarme un café y entablar conversaciones interesantes con él. Una de sus mayores cualidades es su humildad, y su don de gentes. Yo estoy seguro que él va a alcanzar las metas que se proponga, y espero que sea ambicioso porque capacidad tiene de sobra”, ahondó Carvajal, quien ahora se encuentra realizando estudios de Doctorado en Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de Tecnología de Delft, en los Países Bajos.
Héroes de la excelencia.
En el TEC, Rodríguez tiene el mayor índice ponderado entre el promedio general y créditos aprobados, con 92,42. Esa es la evaluación que utilizó el Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) [4] para seleccionarlo como lo hizo con los mejores educandos de las otras casas de enseñanza miembros de dicho organismo.
Para festejar la excelencia académica, el Consejo realizó el 10 de setiembre una actividad multitudinaria en la plaza ubicada frente a la catedral de León, Nicaragua, donde descansan los restos de Rubén Darío, el gran poeta latinoamericano que inspira la premiación.
“Estaba repleto de personas y había una pantalla gigante. Nos dijeron que la actividad se transmitía a la televisión nacional de Nicaragua, porque ahí el premio sí es muy reconocido, la gente sí sabe de su existencia y los estudiantes se esfuerzan para ganarlo.
“Nos llamaron uno por uno, nos dieron el título y una medalla. Hubo actos culturales, juegos de pólvora... Ninguno de nosotros nos imaginábamos algo tan grande”, narró Rodríguez.
Un recibimiento digno de estudiantes destacados que, sin embargo, no fue lo que más caló en Carlos. A él lo marcó el convivio con los otros 19 ganadores del premio, a quien hoy llama amigos. Una experiencia que lo ayudó a conocer la realidad de la Región.
“Conocí muchas cosas. Me gustaría que la gente se enterara más de la realidad de otros países cercanos como Guatemala, El Salvador u Honduras, que pasan momentos difíciles y que las personas aquí no se dan cuenta”, aseveró Rodríguez.