El 2017 ha sido un año veloz, ajetreado y emocionante para Esteban Martínez: en enero Marco Gómez, director de proyectos del Laboratorio de Sistemas Espaciales del TEC [2], lo entrevistó entre una larga lista de aspirantes para formar parte del Proyecto Irazú, una semana después estaba dándole inicio a su proyecto de graduación y ya en octubre balanceaba el tiempo para prepararse para su defensa de tesis al tiempo que participaba en el equipo de ingenieros que ensambló el primer satélite de Costa Rica y Centroamérica.
Hoy está en Japón, como enviado del Tecnológico de Costa Rica (TEC) para observar las pruebas finales que dictarán si el satélite está listo para viajar al espacio. Proceso que inició el pasado 6 de noviembre, durará cerca de un mes y se realiza en el Laboratorio de Ingeniería de la Interacción Ambiental de Naves Espaciales (La Seine) [3], del Instituto Tecnológico de Kyushu [4] (conocido como Kyutech).
Para Martínez, este proyecto más que un broche dorado en su curriculum es la culminación de muchos deseos e intereses: soñó con las estrellas y el espacio, como cualquier infante, y como universitario reconoció la importancia de hacer ciencia innovadora en Costa Rica.
Mas, este joven de San Marcos de Tarrazú nunca imaginó que a sus 24 años ya habría colocado sus manos en un satélite, tampoco que ese satélite tendría bandera de Costa Rica y que más que tocarlo él mismo estaría en el equipo que lo armó.
En la presente entrevista Esteban cuenta su historia, venido de una casa humilde y hábil para los estudios, tanto que desde los 13 años se “vino para San José” para estudiar en un colegio privado gracias a una beca.
También detalla su experiencia en el SETEC-Lab y la emoción que le espera cuando le toque darle las noticias a sus compañeros de si el satélite –y por tanto su esfuerzo de años– pasó el exámen.
¿Usted a cuál colegio asistió?
Yo estudié en el Saint Anthony High School, en Tibás.
Pero es de Tarrazú.
Sí, lo que pasa es que yo he vivido por todo lado (se ríe)... He andado bastante por muchos lugares. Y diay, me gané una beca en ese colegio y mis papas decidieron que era una buena oportunidad que yo fuera a San José a estudiar, entonces yo viví todo el colegio parte con mi abuelo, parte con mi tío.
Entonces, ahí fue donde realicé mis estudios y la verdad que fue una oportunidad grandísima, porque es un cole privado de buen renombre y desde ahí empecé. En el colegio me involucré muchísimo en la parte científica, iba a las ferias científicas y en una ocasión llegué a la nacional, haciendo biodiésel y todo bien... No gané esa, porque ya es muy difícil, pero con llegar ahí fue una bonita experiencia.
Cuando hace el examen para ingresar al TEC, ¿venía decidido a estudiar Electrónica?
Tenía varias opciones, entre ellas estaba Computación y Electrónica. Mecatrónica me interesaba también, pero al final me quedé con esas dos y como Electrónica era la primera opción, entré a la primera, por dicha, y nunca me cambié. Sí tuve algunas dudas, porque la parte del software me gusta mucho y de hecho yo he hecho trabajos en software y me gusta, siento que tengo como cierta habilidad ahí, entonces no lo he descuidado. Igual cuando usted va a la industria como electrónico lo que va es a hacer software a final de cuentas, software para electrónica, pero es software. Entonces yo como que decidí combinar lo que es la electrónica oficial, pero como que aprendí paralelamente de forma autodidacta a programar.
El desarrollo en Costa Rica es lo que yo considero como lo más importante, ¿por qué?, porque aquí es donde se tienen que tener las capacidades.
¿Cómo ha sido su experiencia en el TEC?
Al principio me fue muy bien. Después me empecé a involucrar más en lo que era el movimiento estudiantil y me metí mucho la verdad, terminé siendo presidente de la asocia por dos años y la verdad es que me gusta, me gusta mucho el ambiente social de conciencia y de movilizar a la gente por un propósito (...).
Eso me hizo crecer montones e irme metiendo en la parte de innovación. Paralelamente estaba en los sectores sociales del TEC y yo veía que el factor innovación es algo que movía más que el movimiento estudiantil, entonces me interesó muchísimo y empecé a participar en hackatones, en el hardwareton, en actividades de innovación social también... y poco a poco fui consolidando ese interés de hacer algo propio. Y fue hasta el año pasado que logré consolidar mi primer idea, proyecto, algo como una sociedad legal, algo sólido y ha sido como difícil darle seguimiento porque, diay, hacer un satélite no es cualquier cosa. He descuidado un poco eso, pero mi idea es continuar porque yo sí veo la importancia de crear cosas acá en Costa Rica.
Por eso fue que me gustó mucho el proyecto porque mucha gente de electrónica se va afuera a trabajar cosas chivísimas, de espectroscopia en ojos de mariposas, pero es todo allá. El desarrollo en Costa Rica es lo que yo considero como lo más importante, ¿por qué?, porque aquí es donde se tienen que tener las capacidades. Afuera es relativamente fácil, pero acá es donde sí siento que hay que darle ese empujón a la sociedad.
En 2010, cuando hace el examen para ingresar al TEC, ¿qué se imaginaba haciendo como ingeniero electrónico?
Parte de vivir con mi abuelo fue que él me enseñó mucho a usar herramientas, crear cosas... Con el biodigestor de biodiésel yo vi la necesidad de tener un control automático de ese proceso. Entonces decidí estudiar electrónica más que todo por la capacidad de crear cosas físicamente, de poder controlar ambientes de planta, de la industria, de procesos, que son necesarios y que es muy complicado a nivel interdisciplinario poder lograr algo de verdad. Entonces yo dije, ‘primero necesito las herramientas de esa ciencia de control automático para poder aplicarlo a otras ciencias, como química o biología’. Eso fue lo que me llamó la atención de electrónica, que se puede aplicar a muchas áreas con un mismo conocimiento.
Yo decía ‘se puede hacer acá’, ese siempre ha sido como mi visión, de hacer lo propio, de hacerlo en Costa Rica.
¿Y qué soñaba lograr cuando empezó la carrera?
Bueno, desde pequeño yo siempre tenía una fijación con las estrellas, me imaginaba siendo astronauta, como cualquier niño. Yo sí quería aplicar algo espacial, tal vez no tan a gran escala como Franklin Chang [5], pero yo sí me imaginaba como poder aplicar un proyecto, no solo científico sino también social. A mi siempre me ha interesado mucho lo social, entonces mis aspiraciones siempre era poder acercarme al ámbito de lo espacial, pero no como siempre se piensa de ser el astronauta, que va a la NASA. No, mi idea era más que todo poder aplicarlo a algo desde acá. Llegar a ese ámbito, que es complicado, pero desde otra arista. Entonces mis aspiraciones siempre fueron crear comunicaciones, entre aparatos que uno dice, no tienen vida, pero se están hablando. Mis proyectos, como sueño, siempre ha sido poder establecer comunicaciones con, la luna, por ejemplo. Que existen aplicaciones que se manda una señal y se utiliza la luna como un astro reflector, entonces vos le envías la señal y la luna sirve como un espejo y son aplicaciones que se pueden realizar desde la Tierra, no ocupan cuestiones muy complicadas, de lanzamientos y cuestiones así.
Pero yo decía ‘se puede hacer acá’, ese siempre ha sido como mi visión, de hacer lo propio, de hacerlo en Costa Rica.