Las guayabas que antes se dejaban pudrir en el campo porque no daban la talla o simplemente la producción de ese mes sobrepasaba la demanda del mercado; hoy pueden tener una nueva vida y llenar de sabor las mesas de los turistas que visitan la parte sur de la península de Nicoya.
Es el plan que Laura Brenes y Marianella Gamboa, investigadoras y docentes de la Escuela de Agronegocios del Tecnológico de Costa Rica (TEC) [2], están cristalizando con productores de la Cooperativa Agrícola Industrial de Productores de Guayaba Taiwanesa (Coopeproguata), de Paquera.
Para ellos, las especialistas diseñaron dos productos para dar valor agregado y aprovechar los excedentes de sus cosechas, que se dan ya sea por cantidad o porque las guayabas no tienen el tamaño o la coloración que pide el mercado. Se trata de:
- Salsa picante de guayaba y piña.
- Topping de guayaba y mango.
“Hemos venido trabajando con la identificación de productos que pueden hacerse agregando valor a su producción primaria, o sea, la guayaba de la zona. Hemos sondeado mercados para ver la aceptación de esos productos agroindustriales y el día de hoy, propiamente, después de haber depurado algunas formulaciones, lo que estamos es haciendo la práctica con ellos para que aprendan cómo desarrollar sus formulaciones“, detalló Brenes el pasado 21 de setiembre, cuando se llevó a cabo la capacitación.
Como explica Brenes, ambos productos surgen de la investigación de estas especialistas, quienes se aseguraron de que tuvieran un mercado en las zonas cercanas a Paquera y pudiera ser fácilmente producido por los productores y sus familias.
La transferencia de conocimiento, como las recetas, formulaciones y demás detalles de la producción, inició el 21 de setiembre, cuando los productores y sus familias visitaron la planta piloto de Agronegocios, en el Campus del TEC, en Cartago.
También se incluirá una segunda visita a Paquera, donde se les ayudará a fabricar los productos con sus propios equipos.
“Están muy contentos y esperanzados. A ellos les queda mucha guayaba de rechazo, que es una guayaba perfectamente útil pero que tiene una manchita o un tamaño muy pequeñito y entonces no se vende. Según los cálculos que nosotros sacamos, en la investigación que hicimos inicial, les quedan 830 kilos, más o menos, por semana (...).
“Esta es una oportunidad de ampliar su mercado, de aprovechar un producto que no están metiendo a un sistema de comercialización y esto a ellos les da mucha esperanza. Les permite crecer como organización“, comentó Gamboa.