La Oficina de Comunicación y Mercadeo no toma como suyas, las opiniones vertidas en esta sección.
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Como seres humanos nunca seremos un producto terminado, la vida está en constante transformación y evolución, así ha sido y seguirá siendo.
En medio de estos procesos nunca vamos a encontrar la perfección, esto significa que el error será parte de nuestra cotidianidad y parece ser algo a lo que nos cuesta acostumbrarnos, a que las cosas no siempre son como creemos deben ser y que nada es perfecto como necesitamos que sea.
En ocasiones tenemos la mala práctica de quejarnos para que alguien más nos resuelva la vida, hacernos notar preocupados por una situación en particular, o simplemente pasarle nuestro malestar a otros y así intentar hacerlo más liviano, pero ¿quejarse verdaderamente resuelve algo?, en la mayoría de los casos no.
Quejarse porque llueve, porque hace mucho sol, porque algo no funciona, porque no me dijeron buenos días, porque la vida no es como pensamos debe ser, deja el problema tal cual está, importuna a los demás y en algunos casos genera actitudes negativas en nuestro entorno.
Hace algún tiempo trabajando con un grupo de personas para un proyecto específico, llegamos a un acuerdo: estaba prohibido quejarse sólo por el hecho de hacerlo, si alguno deseaba externar su queja de lo que fuera, mediante un correo electrónico o en una reunión podría hacerlo siempre y cuando se planteara una solución al problema. El grupo funcionó muy bien y logramos exitosamente nuestro cometido, las quejas llegaron y a la mano las posibles soluciones.
No se trata de conformismo y mediocridad sino de responsabilidad sobre nuestras palabras y acciones. Es necesario pensar antes de emitir una queja, si las otras personas quieren escucharla e intentar tomar acción sobre lo que nos molesta. Podemos preguntarnos primero si está a nuestro alcance plantear una solución y ser parte de ella. La mayoría de las veces es cuestión de actitud positiva, porque la vida está en constante evolución y nosotros debemos evolucionar con ella y cuando lo hacemos notamos el cambio, porque somos parte de él.