Estudiantes, docentes, investigadores y funcionarios administrativos de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo [2] llenaron el auditorio de esta Escuela para rendir homenaje a las personas que gestaron este proyecto académico en mayo de 1999.
Francisco Castillo, actual director de la Escuela, explicó que la actividad sirvió para que las nuevas generaciones de estudiantes y docentes conozcan la historia y los valores que impulsaron su creación. “Estamos en una transición generacional de docentes y no podemos darnos el lujo de perder todo lo que se ha construido hasta el momento. Por eso es importante que las nuevas generaciones mantengan los valores que dieron origen a esta Escuela y los sigan transmitiendo”, enfatizó.
Para Castillo, los tres valores que no se pueden dejar morir bajo ninguna circunstancia son:
- La diferenciación en la enseñanza de la arquitectura relacionándola con el urbanismo. La formación de arquitectos con gran capacidad en la planificación y desarrollo urbanos.
- La formación de arquitectos que no le temen al trabajo bajo presión.
- La sensibilidad social. Estar atentos a lo que el país requiere.
Mario Azofeifa, uno de los gestores homenajeados, recordó la importancia de que las nuevas generaciones de estudiantes y docentes vuelvan la vista a los orígenes de esta Escuela y conozcan su esencia y su cultura, para seguir construyendo sobre esa base. “Es tan vital como las raíces para un árbol. Si un árbol no tiene raíces se cae”, comparó.
Tres de los cinco gestores aún se mantienen impartiendo lecciones: Jorge Sancho, Marlene Ilama y Marcos Valverde. Sancho fungió como primer director de la Escuela y recuerda que el primer reto que tuvieron fue manejarse en el marco del conocimiento, dado que la formación en arquitectura se asociaba más a concepciones artísticas. “Dentro del TEC no creemos que esa es una visión correcta y, aunque fue nuestro primer reto, sigue siendo un desafío todavía hoy”, agregó.
Gerardo Ramírez y Mario Cordero, docentes jubilados de esta Escuela, coincidieron en que la carrera se ha consolidado, gracias a los esfuerzos sostenidos de investigadores y docentes en buscar la excelencia. Ramírez destacó la manera acelerada en la que ha crecido la Escuela, dado que en muy pocos años logró obtener la acreditación y está en proceso de reacreditarse. Para él, la principal contribución de esta unidad académica del TEC [3] ha sido trabajar en una arquitectura a partir de las necesidades que tiene el país y no de las modas que imperan en otras latitudes.
Por su parte, Cordero manifestó su alegría de ver el crecimiento y la consolidación que ha tenido la Escuela, que pasó de ser una academia de dibujo de arquitectura e ingeniería a una carrera consolidada que aspira a tener especialidades y maestrías. “Como arquitecto jubilado del TEC me siento realizado porque sigo trabajando, sigo aprendiendo y le sigo transmitiendo a mis compañeros mis nuevas experiencias y conocimientos”, comentó.