Mario Roa, es descrito en la obra como "dueño de sabrosas carcajadas, deliciosas anécdotas y un corazón repartido en trozos cuando de ayudar a alguien se trataba".

La carrera de Mario Roa inició gracias a que su abuelo (Romulado Roa) era un retratista, de origen colombiano, que migró al país, para convertirse posteriormente en un fotógrafo en el Estudio Roa, ubicado en la avenida central durante la década de 1920.

"Mi papa decía que él no había empezado en la fotografía, sino que nació en la fotografía", señaló Roa al narrar las vivencias y recorrido de su padre, antes de empezar en el fotoperiodismo en 1934.

Él siguió los pasos de su padre con el estudio Mario Roa, y comenzó a tomar las fotografías de las personas que visitaban su Estudio así como muchos de los acontecimientos que sucedían en San José donde residían, y en otros lugares del país para  luego vender las fotografías de los hechos a algunos de los diarios de ese momento.

Con el cierre del Diario Costa Rica y luego de estar en otros diarios, Roa comenzó en 1954 a trabajar en el períodico La Nación, donde se mantuvo por 23 años, hasta 1981 cuando se retiró. Por su trayectoria en el campo del periodismo, en 1974 obtuvo el premio del Colegio de Periodistas de Costa Rica:  [5]Joaquín Vargas Gené.

Como homenaje a su legado, este mismo Colegio estableció en el año 2000, el Premio Anual de la Comunicación en Fotoperiodismo Mario Roa, en reconocimiento al trabajo de la imagen fija que realizan los profesionales en comunicación.

El texto, que tiene un total de 232 páginas y  un costo de 8.000 colones, fue presentado oficialmente en el auditorio del Diario La Nación, donde Floria Roa y Alejandra Chaverri, en compañía de representantes de la Editorial y público presente conocieron los pormenores de la obra.

Este libro es distribuido por la Editorial Tecnológica [6]en distintos puntos del país. Para mayor información, puede contactar al 2550-2297 o bien al correo: editorial@itcr.ac.cr [7].