El Tecnológico de Costa Rica [2] tiene más de 10 años de trabajar con poblaciones indígenas de la zona de Talamanca (Caribe sur). Una labor que inició con la misión de la Oficina de Equidad de Género [3] para ayudar a las mujeres indígenas a organizarse para exigir sus derechos y que sembró el camino para que otros extensionistas trabajen diversas capacitaciones en agricultura orgánica, administración y turismo, entre otras.
Actualmente desde el TEC se trabajan diversos proyectos de extensión propios y en asociación con el Programa de Regionalización del Consejo Nacional de Rectores [4] (Conare).
Fotografías: Ruth Garita / OCM.
Textos: Johan Umaña.
Ubicado en el extremo sur del Caribe costarricense, Talamanca es el segundo cantón más extenso del país. Su riqueza natural y diversidad cultural contrasta con la extrema pobreza que aqueja la zona: una red vial de mala calidad y escaso acceso a telecomunicaciones y agua potable caracterizan a esta población, particularmente en territorios indígenas. Sin embargo, Talamanca tiene el mejor indicador en el pilar de calidad de vida, principalmente debido al área protegida de bosques y a la cantidad de habitantes por Ebais. La finca de Ballarino Oniel es un buen ejemplo de los proyectos de fincas integrales que promueven los extensionistas del TEC en la región. En su tierra, Ballarino desarrolla agricultura orgánica para alimentar a su familia, cultiva arroz -también orgánico- y recupera bosque, donde introdujo senderos para recibir turistas. Su tour incluye avistamiento de la naturaleza, remembranza de su cultura bribri y un mirador de las montañas aledañas. Con todo y lo propensos a inundación que son, los ríos, como el Telire, son vías de comunicación esenciales en el territorio indígena de Talamanca. Diversas embarcaciones funcionan como “taxis” que ayudan a los transeúntes a cruzar de una orilla a otra. A la izquierda, Maritza Gamarra y Laura Queralt (al fondo), de la Oficina de Equidad de Género. A la derecha, el albergue de Shuabb, donde turistas y visitantes pueden pasar la noche. En este espacio también se desarrollan otros proyectos del TEC, con inversión propia e internacional, como dispositivos potabilizadores de agua y un sistema que convierte los excrementos humanos en gas para iluminación. Los Bribri, con 18.198 costarricenses autodenominados de esa etnia, según el censo de 2011, y los Cabécar, con 16.985 personas, son las comunidades indígenas más grandes de Costa Rica. Ambas culturas comparten muchas tradiciones, como el hecho de que creen en Sibú, el dios omnipotente que creó el mundo y enseñó a hacer todo a los hombres. Jeannet Morales cocina en el albergue de Shuabb. A la derecha, una imagen de la finca que desarrolla su hijo, Ballarino Oniel, en la misma comunidad. El turista, a quien los bribri reciben con comidas tradicionales e historias de su cultura, se ve como un ingreso complementario.Mildred Blanco (primer plano) y Sugeily Pérez (al fondo) forman parte de las camada de mujeres jóvenes involucradas en la organización sociopolítica de las bribri. Ellas, al igual que Petronila Torres (al centro), son parte de la la Federación Alakölpa Bribriwak Te Chok (Mujeres Bribris Defendiendo). Para los Bribri la mujer es quien transmite la cultura, el linaje de los clanes se mantiene por línea matriarcal y son ellas las que mantienen vivas las historias y tradiciones que conforman la esencia de su civilización. A la derecha, Petronila Torres.
Durante las próximas semanas, en Hoy en el TEC, estaremos publicando una serie de artículos y videos sobre los proyectos del Tecnológico en el territorio indígena de Talamanca. Organización de las mujeres, agricultura orgánica y turismo local son algunos de los temas que se trabajan en la Región.